CAPÍTULO 04

Nadie es digna para ser tu mate, en ninguna manada he podido encontrar a la mujer adecuada, aquella que sea digna de llamarse nueva luna. Así que ahora tienes una tarea extra. La madre de tu primogénito se convertirá en la nueva luna.

Daniel aún recordaba las palabras de la diosa de la Luna, llevaba una gran responsabilidad sobre sus hombros, no solo de su propia manada, sino también del resto de hombres lobo de la tierra. 

Llegó a la mansión y fue directo a su habitación para tomar una ducha. 

—¡Daniel, ¿qué te pasó?

Mientras se dirigía a su habitación se encontró con Agatha. 

La miró con preocupación y no la culpaba, estaba hecho un desastre. 

La noche anterior lo dominó su parte lobuna, destrozó su oficina y su aspecto físico era terrible.

—Solo necesito un baño. —pasó de largo y fue directo a la ducha para tomar el baño que necesitaba. 

Tenía que asistir a una reunión con Edon y Bardou, conocía su motivo de la reunión, estaba conciente que el tiempo se terminaba y aún no se elegía a la nueva luna. 

Para Daniel, Agatha era la mujer indicada. 

Después de estar listo, con ropa limpia, olor fresco y su cabello arreglado —como acostumbraba a estar— fue a su auto y condujo buscando el punto de reunión. 

La manada de Edon.

Buscaba las palabras correctas para enfrentar a sus iguales. Su oportunidad de ser proclamado como Alfa universal se está desvaneciendo entre sus dedos.

Conectó su teléfono al sistema de sonido del auto y colocó sus canciones favoritas. Sería un camino largo. 

Llegó minutos antes de que el sol se ocultara. Se hospedó en un hotel y esperó unas horas antes de tomar su nuevo destino.

Miró hacia la luna, esta noche se encontraba reluciente, con una luz admirable. 

Daniel siempre anheló estar en el más alto podio como lo hizo su padre. 

Fue un excelente líder, reconstruyó la manada cuando estaba a punto de extinguirse, y ahora debía mantener ese legado. 

Sus pensamientos fueron disueltos por el timbre de su móvil, recibía un llamado de su amigo. 

Ni siquiera quería escuchar una palabra, se encontraba furioso por su irresponsabilidad. Sin embargo esperaba noticias positivas.

—Espero que me tengas buenas noticias. Fue lo primero que Benjamin escuchó al otro lado de la línea.

—Ya encontramos tu paquete, tu cachorro está a salvo. 

—Es lo mínimo que esperaba de ti. Ya regreso a la ciudad. Ten todo listo para el proceso. 

Daniel cortó la llamada sin siquiera permitir que su amigo le explicara la verdad sobre el paradero de su paquete. 

Tomó su auto con rapidez y con el acelerador hasta el fondo condujo de regreso a la ciudad. 

Por fin, su heredero iba a tener un vientre para poder desarrollarse. 

El viaje de regreso era una tortura, no se imago encontrar una gran fila de vehículos que le impedían acelerar su regreso. 

Daniel se estacionó en la orilla de la carretera. Salió de su auto y se internó en el bosque más cercano. 

Quitó su corbata, rasgó su camisa y un con aullido hacia el cielo se convirtió en el majestuoso lobo gris. 

Sus ojos irradiaban luz roja, su pelaje soltaba un brillo natural y Perfecto. 

Emitió un gruñido y se internó en el bosque, con habilidad y rapidez, evitó los grandes troncos de los viejos árboles. 

Mientras corría a gens velocidad, la luna reflejaba su majestuosa sobra y se mezclaba en los rayos lunares.

En tiempo récord llegó al hospital en busca de su amigo. Que al verlo ingresar con tan solo pantaloncillos, corrió a buscar ropa para entregársela. 

—Esto es un hospital de humanos, al menos debiste ponerte ropa.

—Eso es lo de menos, ¿Dónde está Agatha? —preguntó, mientras se ponía la ropa de su amigo. 

—No podemos hacer el proceso con Agatha. —Habló Benjamín.

—No estoy para bromas.

—Daniel, por error tu esperma fue puesto en el vientre de otra mujer. —Declaró su amigo. 

—¿Qué mujer? —espetó Daniel, tomando por el cuello a su amigo. 

—Una humana. 

—¡Eres un imbécil! —vociferó el Alfa—. Perdí la oportunidad de convertirme en el alfa universal. 

—Eso no puede asegurarlo, el embarazo puede ser un éxito. 

—¿Crees que una humana logrará lo que una mujer loba ha fallado? Mi esperma fue desperdiciado en el cuerpo inmundo de una simple humana. Necesito saber su nombre para acabar con ella.

—No puedes hacer eso, no es su culpa.

—Entonces, necesito al culpable para matarlo. ¿Cual es su nombre? —preguntó. 

—No lo sabes, ya estamos investigando. 

—Benjamin, eres un inepto, me haces venir de tan lejos para no tener nada. ¡Quiero información!

—Ya estoy en eso amigo.

—Necesito un nombre en sesenta minutos o acabaré contigo Benjamin. 

Daniel lanzó a su amigo al suelo, tomó las llaves de su auto y salió furioso del hospital. 

Este era el fin. Su última oportunidad se terminó cuando injertado su esperma en un vientre humano. 

Decidió ir a las oficinas de las empresas Storm, el único sitio que pensaba en esos instantes era el mejor para contener su ira, o tal vez no. Ya que al llegar se topó con la sorpresa de que su secretaria, la jumaba que trabaja poco tiempo de un mes, no se encontraba en su lugar de trabajo.

Su enojo fue peor al darse cuenta de que su oficina, aún no había sido arreglada por completo. 

—¿Dónde está la señorita White? —preguntó a una de las secretarias.

—No lo sé, Señor. No conocemos las razones de su tardanza. 

Mientras él interrogaba a las empleadas por el paradero de su secretaria, ella apareció. Iba casi corriendo, puesto que sabía que ya iba tarde a su trabajo. Pero había sido una noche difícil para su abuela. Fueron pocos los minutos que pudo cerrar sus ojos durante la noche. 

Se llevó un gran susto al ver a su jefe en la oficina, se suponía que no estaría por unos cuantos días. 

¡Señor Storm! —pronunció casi sin respiración. 

—Vaya que se dignó a venir a sus labores.

—Perdone, señor, mi tardanza, pero mi abuela…

—No, necesito excusas, señorita White. Sabía que era un error darle el trabajo, es usted una persona irresponsable.

—Eso no es cierto señor, todos estos días he cumplido cada una de sus órdenes, incluso aquellas que no me corresponden. Mi abuela enfermó de gravedad, pasé la noche en vela y a pesar de todo estoy aquí. 

—Entonces, ahora tengo que agradecerle que se haya presentado. 

—Solo pido un poco de empatía de su parte. Es la última vez que me presento a esta hora. 

—Claro que será la última vez, ¡Porque esta despedida! —Vociferó Daniel. La ira contenida la descargo en contra de su secretaria, ni siquiera se tomó el tiempo para analizar el mal estado en el que ella se encontraba. 

Kyra tenía en su boca varías groserías para poder gritarle. Pero su condición no le permitía ni siquiera reclamar la injusticia que su jefe cometía en contra de ella. 

Se dio la media vuelta y se dirigió a la salida. Daniel por su parte solo observó como aquella mujer se retiraba, ni una pizca de remordimiento pasaba por su mente. Estaba furioso en contra de la raza humana y se desquitó con la persona que sin siquiera saberlo llevaba en su vientre la semilla de su cachorro. 

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