DAMIÁN ASHFORD
Poco a poco pude verlo pasar del peligroso auditor, asesino de asesinos, a un padre desesperado, controlando el dolor de no encontrar a su hija, desesperado por respuestas que no llegan.
—¿Ese es el favor que quieres de mí? ¿Qué busque a Molly en París? —pregunté con el ceño fruncido, sintiendo pena por él. No sabía lo que haría si uno de mis hijos desapareciera de esa forma.
—No puedo salir del país por mis responsabilidades… —Resopló y peinó su cabello con una mano—. No me malinterpretes. Me dirás que por una hija vale la pena romper las reglas, y tienes razón, pero si intento salir del país, moriré, y muerto no puedo buscar. Entonces…
<