Una hora y media después, Janeth detuvo el coche en la acera frente a la entrada del centro comercial. Buscó en su bolso y sacó un llavero con una sola llave.
—Ya que te vas a quedar allí, más vale que tengas una llave.
Ray le tendió la mano para que dejara la llave.
—Gracias.
—Puede que salga con Shy y Nikki esta noche. Probablemente estaré fuera hasta tarde.
Inclinándose, le besó la mejilla.
—Diviértete, te veré cuando vuelvas.
Su teléfono comenzó a sonar mientras se alejaba de la acera. Lo puso en el altavoz.
—Hola.
—Hola, Janeth —dijo la Dra. Sylvia a través del teléfono—. Necesito que vengas a la oficina.
—¿Por qué? Se supone que no estaré allí hasta el lunes.
—Lo sé, sólo ven. Necesito hablar contigo.
Janeth gimió.
—¿No puedes decírmelo por teléfono?
—No. Ven a la oficina.
—Bien.
Janeth colgó y dirigió el coche hacia la consulta del médico. Cuando entró, encontró a las enfermeras cerrando.
—He quedado con Sylvia.
Le hicieron un gesto para que se dirigiera a la oficina privada de