Janeth había informado a sus amigas sobre el acosador unos días antes.
—No he sabido nada del supuesto acosador desde el domingo.
—Me pregunto qué ha estado haciendo el asqueroso.
Janeth miró a su mejor amiga.
—Sabes, has estado conmigo en todos los momentos buenos y malos de mi vida.
Nicole se rió.
—Puedo decir lo mismo.
—¿Recuerdas cuando murió papá y pasaste casi todas las noches durante un mes en mi casa porque no podía dejar de llorar hasta quedarme dormida?
—Recuerdo que mi mejor amiga estaba sufriendo y tenía que ayudarle.
—Lo hiciste.
—¿Recuerdas cuando mis padres me arrastraron a Zimbabue justo después del jardín de infancia? Nos escribimos cartas de ida y vuelta todo ese verano.
—Lo recuerdo. No eran las mejores cartas teniendo en cuenta que apenas habíamos aprendido a escribir —Janeth se rió—. Bueno, yo al menos, tú aprendiste a escribir cuando tenías qué, ¿tres años?
—Sí, algo así.
—Nos escribíamos todos los veranos mientras tus padres te arrastraban por el mundo. Todavía