Estaba loca. Si algo definía quien es Kim Morgan, es la palabra “locura”. Porque solo eso explicaría porque estaba en una discoteca viendo bailar a muchos mientras tomaba mi segunda copa de vino sin alcohol.
Sabía que era una locura estar allí. Anteriormente, no había asistido a este tipo de lugares y ser esta, una primera vez, hace que la experiencia sea más sorprendente e incómoda.
— Buenas noches, bella dama. ¿Es posible que este simple mortal le haga compañía? — pregunta un hombre rubio de sonrisa encantadora.
— Claro, puedes sentarte. — murmuro y de inmediato, el chico se sienta a mi lado colocando su brazo detrás la espalda de mi silla.
— Me llamo Piero, un gusto. — saluda el chico extendiendo su mano y yo la recibo.
— Kim — me limito a decir.
— Kim — dice Piero saboreando mi nombre — es un lindo nombre.
— Gracias — murmuro con timidez.
— ¿Eres de aquí? — pregunta el chico y yo sonrió recordando las palabras de Lu camino aquí.
‘Juega. Aquí no se ven sentimientos, sino, requisi