Afuera, Dereck suspiró, se apoyó de espaldas contra la puerta y se dejó caer lentamente hasta quedar sentado en el suelo. Justo en ese momento, su teléfono sonó. Miró la pantalla: era Elva.
Respondió débilmente.
—Elva…
—Señor, ¿está bien? Escuché rumores de que se cayó al río —dijo ella, con fingida