Casi la había engañado hace unos minutos, tentado por el cuerpo de Elva.
Después de soltarse del abrazo, la miró de pies a cabeza y dijo:
—Te ves increíble.
Paola se sonrojó.
—Gracias, esposo—, respondió con una sonrisa, y luego, con curiosidad, agregó—: ¿Por qué me invitaste aquí?
—A la mierda—, so