9. Acedio de la noche
La noche cayó pesada sobre la cabaña, tan oscura que ni la luna se atrevía a asomar entre las nubes. Afuera, el bosque parecía contener la respiración.
Raven intentó dormir junto al fuego débil de la chimenea, pero el grimorio vibraba cerca de ella… llamándola. Sus páginas abiertas como una boca susurrante. Una invitación. Una amenaza.
El sueño la atrapó antes de que pudiera resistirse.
El bosque era gris. Sin hojas. Sin vida. Las ramas se alzaban como garras muertas hacia un cielo completamente negro. La bruma helada le acariciaba la piel desnuda mientras caminaba sin rumbo, como una sombra más entre los muertos.
Y entonces lo vio.
Una figura emergía de la niebla.
Alto. Inmenso. Cubierto de un pelaje negro como el vacío. Hocico largo. Colmillos húmedos. Ojos blancos, sin pupilas… quemando como lunas muertas.
El Alfa Sombrío.
—Raven Carter… —su voz temblaba en el aire como mil susurros de tumba—. Por fin despiertas.
Ella dio un paso atrás, helada.
—No quiero esto. No te pertenezco.
El