—Ya te he traído al abogado del que te hable.— Ariadne entro a la habitación en compañía de este último, —Abogado Abelardo Gómez, él es Antonio y necesita de sus servicios.
—Lo primero y principal es que me hables acerca de los hechos y así poder armar una buena defensa.— Dijo el abogado en un tono claro y profesional.
—Yo no he hecho nada malo. Solamente cometí el error de meterme en esa mansión y ya.
—Lamento decirle que la famila Longwoth es poderosa y está dispuesta a colocar una demanda por invasión de propiedad privada.— Le advirtió el abogado en un tono que preocupo a Antonio.
—¿Qué se puede hacer en ese caso?— Ariadne estaba interesada en obtener una respuesta y una rápida solución.
—Solamente nos queda armar una buena defensa y que pase lo que tenga que pasar, Antonio.
—¿Cómo se te ocurre meterte a una mansión de un par de desconocidos?— Ariadne lo observaba, negando con la cabeza de un lado a otro, —Los dejo a solas para que puedan hablar en confidencialidad.
Ariadne salió a