Tiempo después...
—Tienes que dejarme salir. No puedes dejarme encerrada acá toda la vida.— Gritó Malak, haciendo sonar las cadenas y provocando un eco seco en la habitación.
—No puedo dejar que te vuelvas a escapar como aquella noche.— Le dijo Ignacio, señalando el pecho de ella con un dedo acusador.
—¡Yo no me escape! ¡A mí me secuestraron!— Gritó Malak en su defensa y haciendo sonar esas cadenas nuevamente, —¡Raquel! ¡Raquel lo hizo!
—Ya deja de estar mintiendo porque tú estabas en una taberna, borracha y quizás hasta le llegaste a abrir las piernas a otro.
—Yo te lo juro. Raquel fue la que llevo a ese sitio.— Ella estaba llorando, —Ella me tenía secuestrada. No puedes dejarme acá.
—Te vas a quedar acá el tiempo que sea necesario para que puedas reflexionar de todos tus actos, Malak.— Ignacio se fue de esa habitación, dejando atrás los sollozos de su esposa y cerrando la puerta para no seguir escuchando esos gritos.
—¿No crees que estás exagerando?— Riccardo Moretti apareció justo