Capítulo 7: Cásate conmigo

Este hombre no podía estar bien de su cabeza.

Kilian, él mismo Kilian que la había llamado gata trepadora y oportunista, le estaba pidiendo que se casara con él, a cambio de darle todo lo que ella y su bebé necesiten. ¿Se había golpeado? ¿Cómo había pasado de eso a esto?

—¿Casarme contigo?

—Si.

—Ni que estuviera loca, ¿Crees que quiero casarme con un desgraciado cómo tu? Luego de todas las cosas horribles que dijiste de mí, vienes a mi casa de proponerme matrimonio ¿Acaso te drogas?

—Se que no tiene sentido, yo tampoco quiero, pero necesito que aceptes.

Ella se ríe de la situación, esto era una locura, ahora era él quién se aparecía en su casa y cómo si la vida no fuera más cruel, para hacer un trato sin sentido.

—No.

—¿No?

—No necesito nada de ti, puedo mantener a mi hijo yo sola.

—¿Y qué demonios quieres?

—Que te largues de mi casa, porque yo no me casaré con un idiota como tú.

—Solo será un año— responde sin paciencia.

—Créeme, un año es suficiente para vivir un calvario contigo.

Esta es la primera vez que una mujer se negaba a algo que él les ofrecía, estaba seguro que si le hubiera propuesto esto a Ariana, no habría tardado en saltar y decir “Sí” pero esta mujer se veía segura de sus palabras.

—¿Sabes cuantas matarían por estar en tu lugar?

Rachel no se contiene de hacer una mueca de disgusto.

—Pues diles que no es necesario, que no me interesa estar contigo.

—Incluso mi secretaria diría “Si”

—No ¿De verdad vives el cliché de jefe y secretaria? — este hombre realmente le da asco. —Bueno eso es cosa tuya, pero ya dije no. Ahora largo de mi casa.

—Rachel he venido aquí para hacer las cosas a las buenas.

Ella al levantarse se percata de la amenaza que le estaba haciendo.

—¿Qué? ¿Me llevarás al altar a rastras?

—última oportunidad.

—No me casaré contigo, así sea por un día, Kilian.

Kilian asintió, la observó de pies a cabeza, su mirada se ha quedado en sus labios recordando el beso de esa noche. Los recuerdos lo invaden y él da un paso hacia ella, Rachel lo observa calculadoramente, toma el mentón de ella estando a centímetros de sus labios.

—¡No me toques! — ella lo empuja, pero no logra alejarlo mucho.

—¿Ahora no quieres que te toque? ¿Acaso olvidaste cómo gemías debajo de mí? Implorando por más.

—Eso fue antes de darme de cuenta con la clase de persona que me acosté, ahora solo me causa repudio esos recuerdos.

—¿” Repudio” dices?

Eso había golpeado su ego, arrinconó a Rachel contra la pared más cercana y tomó su mandíbula para poder besarla, pero, aun así, ella esquivó cualquier contacto que sus labios podían tener. Ante su terquedad, Kilian sonríe, el orgullo que ella intenta mantener solo lo motiva a provocarla más, para sí demostrarle que no hay mujer que no se resista a él. Ella no sería la excepción, ella debe comprender que las mujeres que lo rodean, desean poder tenerlo incluso más de una noche y debía sentirse afortunada, porque él quiera volver a tocarla.

—Piénsalo Rachel, durante ese año podrías pasarlo muy bien.

—¡Ya suéltame!

Él la suelta y ella mantiene una distancia.

—¿Entonces?

—Vete de mi casa Kilian y jamás en tu vida vuelvas a aparecer por aquí.

Él la observa con molestia, ni siquiera de esta manera había funcionado. Le dio la espalda listo para marcharse, ante de irse la observa en el suelo sosteniendo su vientre.

—Si accedes te ayudaré.

—Ve te al diablo.

Kilian siente su sangre arder ante su terquedad y la deja ahí tirada, Rachel gateo sintiendo un fuerte dolor en su vientre. Asustada llama a todo mundo, pero nadie contesta, no le queda de otra que llamar a su madre y ella llega en menos de lo que espera. La señora que es ignorante de lo que pasa, solo sigue las instrucciones que su hija le da y la lleva al médico.

Ya en el hospital la ingresan por su fuerte dolor, su madre espera ansiosa sin saber qué es lo que tiene su hija, pero vaya noticia se lleva cuando le informan que estuvo cerca de sufrir un aborto.

Su madre entra en la habitación y mira a su hija esperando una explicación ahora mismo.

—¡¿Embarazada Rachel?!

—Mamá no empieces por favor.

—¡¿Qué no empiece?! ¡¿Cómo es posible que yo me entere de esto hasta ahora?!

—Mira, me enteré hace unas semanas, no te había dicho, porque ni yo misma salía del asombro. Luego se me presentaron otros problemas y no me di el tiempo de irte a contar.

—Ah, pero me imagino que todos sabían menos yo.

—Mamá.

—Mamá nada, Rachel. Siempre me apartas de todo y no entiendo por qué, se que cometí un error hace muchos años al abandonarte, pero regresé y he hecho lo posible por ser parte de tu vida.

—No se trata de eso.

—¿Entonces de qué se trata?

—Sabía que apenas fuera me darías un sermón por Samuel, y qué más iba a ser cuando te dijera que estaba embarazada de un desconocido.

—¡¿Desconocido?! ¡Ay mi Dios!

—Oye realmente agradezco que me hayas ayudado, pero si vas a gritar o hacer un escándalo, retírate por favor, me duele la cabeza.

Eliana; madre de Rachel, mira de forma desaprobatoria y sale de la habitación, Rachel exhala más calmada. Recuerda a Kilian y su oído por ese hombre incrementa, la había visto en malas condiciones y aun así buscó aprovecharse para conseguir su trato y al no acceder la dejó botada. ¿Realmente era así de egocéntrico? Solo pensó en que lo beneficiara a él y al no serlo, la había dejado ahí tirada.

—No debí hacer nada por Samuel, ahora debido a eso mi vida se ha involucrado con este hombre.

Rachel se arrepiente de esa noche, de haberla disfrutado incluso. Todo habría sido mejor si nunca hubiera sabido quién era el padre de su hijo.

—¡Rachel!

Su padre entró en su habitación, tomó sus manos preocupados.

—¿Cómo te sientes? Los doctores ya me dijeron todo.

—Ya me siento mejor, me dieron un sedante.

Su padre respira con más calma, mira hacia la puerta, donde estaba su ex esposa.

—Tu madre me contó en las condiciones que te encontró ¿Qué pasó para que te pusieras así?

—Nada, no quiero hablar de eso, solo quiero dormir y olvidar todo.

—Pero hija.

—Por favor papá.

Sin mucho que pueda hacer, le permitió obviar el tema, la dejó descansar y que los médicos continuaran haciendo sus chequeos. A Rachel no le dieron de alta hasta el otro día por la mañana, sus amigas estaban ahí esperándola a la salida, ellas tampoco pudieron averiguar qué es lo que había alterado tanto a su amiga.

(….)

Kilian seguía sin poder ir a la empresa, Ariana iba y venía para darle información de lo que estaba pasando dentro de la empresa. Él por mientras se encargó de hacer un par de llamadas a la aerolínea en la cual trabaja Rachel, a cabio de una cantidad de dinero sobornó para que fuera despedida y no admitida hasta que él lo diga. Con 20 millones en el bolsillo, el personar de recursos humanos se encargó de hacer la readaptación y despedir a Rachel con la excusa de que estaban haciendo un recorte y ella al ser nuevo y haberse embarazado tan rápido no les servía.

Con esto echo sabe que ella vendrá a buscarlo, Rachel estaba confiada de su licencia de maternidad, pero ahora que la han dejado en la calle, ella tendrá que buscar la forma de ganar dinero para el niño.

Ariana entró en su habitación, traía puesta una bata de color vino tinto y al quitársela dejó ver su lencería del mismo color. Se veía muy sensual, pero había un problema, él no había llamado para tener sexo y no estaba de humor.

—¿Acaso te llamé?

Preguntó de forma tajante, ocasionando que ella se detenga en sus movientes sensuales.

—No, pero pensé que te agradaría recibir una sorpresa.

—No lo quiero, vístete y vete a tu casa. No estoy de humor.

Ella se preocupa de su rechazo, se acerca a él y con cuidado toca su brazo.

—Kilian estás muy tenso. ¿Quieres hablar? Sé que el tema de la empresa te agobia, pero hay algo más que te molesta.

—Vete Ariana.

—Habla conmigo, no cómo tu secretario o tu compañera de cama, sino como amiga— lo abraza con cuidado.

—Vete ahora mismo y no vegas sino te llamo, no te tomes tales libertades Ariana.

—Si.

Ella se baja de la cama y toma su bata, corre fuera de la habitación, se sentía molesta que no había conseguido dormir con él en la cama. Las cosas se estaban saliendo de control, desde que su padre apareció y él mandó a buscar a esa mujer, ahora parecía estar fuera de sus casillas.

Kilian toma una larga ducha esperando ansioso a Rachel. Ya ansiaba ver ese rostro orgulloso doblegarse ante él al acceder a su trato, lo mejor era irse adelantando y le envía un mensaje a Kevin para que redacte los términos en este contacto. Su amigo aprovecha su tiempo libre y durante la noche lo redacta y se lo envía por correo, durante la mañana él entra en su oficina e imprime el contrato, sabe que ella vendrá tarde o temprano.

Pasarían tres días hasta que escucha el timbre de la puerta, la voz de su empleada le avisa que tres chicas lo estaban buscando. Extrañado y molesto baja, tenía la ilusión de que sería Rachel, pero al tratarse de tres mujeres no tenía la más mínima idea de quién se podría tratar.

Olga le avisa que estaban en la puerta, no habían querido pasar.

Él va hasta la puerta y efectivamente si estaba Rachel, acompañada de dos mujeres.

—¿A qué debo tu visita Rachel?

—Mira no vengo a discutir, estuve a punto de abortar y no puedo alterarme más— le informa y esto le sorprende, él recuerda ese día verla con dolor. —Así que iré al punto.

—Te escucho.

—¿Tienes que ver con mi despido?

—¿Qué te hace pensar eso? — pregunta con burla y Lola siente unas horribles ganas de golpearlo.

—Sin rodeos Kilian.

—¿Podemos hablar a solas?

—No— responden Dalia y Lola.

—Prometo que no discutiremos, es un asunto que nos compete a ambos.

Rachel asiente e ingresa a la casa, él se hace a un lado para que ellas también entren, pero a diferencia de que se lleva a Rachel a su oficina. Le pide que tome asiento y ella acede, su mirada se veía algo apagada ¿Esto era algo del embarazo?

—¿Qué quieres ahora?

—Tienes razón, pero yo te advertir que lo había intentado por la buenas.

—¿No sientes ni una sola gota de remordimiento? Es tu hijo al cual le estás quitando el dinero.

—Solo acepta lo que te propuse.

—Eres horrible Kilian, pero si así son las cosas, pues gracias.

Ella se levantó de su asiento, quería salir ahora mismo de esa casa.

—Te estoy quitando tu trabajo ¿Qué vas hacer ahora?

—Buscar otro trabajo, pero no dejaré morir a mi hijo de hambre.

—¿Estás loca? No puedes trabajar en ese estado.

—Pues lo haré, pero algo te aseguro— ella se detuvo y miró a ese hombre cruel. —Cuando mi hijo nazca y pregunte por su padre, le diré que estás muerto. Porque prefiero decir eso, que decirle todas las cosas que nos has hecho.

Ella caminó hasta la puerta y él corrió para impedir su salida.

—Rachel por favor, necesito que te cases conmigo.

—¿Para qué?

—Mi padre quiere que me haga cargo de ustedes y así me devolverá la empresa.

Ella ríe sin ganas, este hombre solo pensaba en lo que lo beneficia a él.

—No es mi problema— dice dispuesta a marcharse.

—Entonces a dónde sea que vayas arruinaré cualquier trabajo que consigas.

Rachel se siente sofocada y sus ojos arden de saber que este hombre no la dejaría en paz a dónde sea que vaya.

—Ya déjame en paz.

—Entonces cásate conmigo, solo será un año. De ahí en adelante no apareceré en sus vidas y ni ustedes en la mía.

Camina hacia su escritorio y toma el documento para entregárselo, ella lo toma y lee el papel donde dice que nada le faltará a ninguno mientras estén casados. Dentro de la casa cada uno es libre de hacer lo que quiera con su vida, fuera de ella también, pero deberán guardar apariencias. Dormirán en camas separadas y él se comprometerá a ir a las citas médicas de cada mes. No habrá contacto sexual, a menos que ambos lo quieran. Por último, a final del matrimonio Kilian dará un mensaje para que ella vuelva a ser aceptada en la aerolínea, le dará 50 millones y con esto jurar que ninguno volverá a parecer en la vida del otro, luego del divorcio.

Recuperar su trabajo, eso es lo que más la atraía.

—¿Entonces?

—Ninguno volverá aparecer en la vida del otro.

—No.

Espera estar tomando una buena decisión, extiendo su mano y él le entrega su pluma. Rachel firma de forma limpia y rápida, sentía su alma desvanecerse solo era un año y todo acabaría.

—No sabes cuánto te detesto— dice entregándole el papel firmado.

—Y yo a ti nena.

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