James
Escuchamos un grito agudo y corremos fuera del estudio.
—¡Miranda! —la llamo y camino hacia ella al verla quieta, como nunca suele estar ella. La agarro de los hombros y arrugo mi ceño al verla hacer un mohín, hinchando su labio inferior—. ¿Qué pasa?
—Piano —murmura y miro el piano que perteneció a mi madre.
—¡¿Por esa estupidez gritas?!
La suelto y niego.
—Pero es un Bösendorfer.
—Es renovado, dicen que perteneció a Franz Liszt. —Miranda chilla impresionada, entiende de lo que habla mi abuelo—. Se lo compré a mi hija cu