El teléfono de Walter sonó. Era una llamada de la comisaría.
—Señor Guzmán, la señorita López quiere verte.
Al escuchar ese nombre, Walter sintió un escalofrío en su interior.
—No voy a ir. Por favor, no me llamen más para informarme sobre lo de Jimena, gracias.
Justo cuando estaba a punto de colgar, la persona al otro lado dijo: —Señor Guzmán, en la oficina del señor López...
Walter colgó de inmediato. No quería ver a ninguno de los López.
Apenas colgó, sonó el timbre. Mariana y Walter miraron hacia afuera. Frente a la villa había un lujoso Maybach negro. Walter se levantó.
—¿Debería irme? —preguntó Mariana.
—¿Irte de qué? —respondió Walter sin dudar. No estaban haciendo nada indebido.
Mariana se quedó en silencio. Es cierto, ¿de qué debería irse? No había hecho nada malo.
Walter abrió la puerta y al ver a la persona afuera, una expresión de frustración se apoderó de su rostro. Justo cuando iba a cerrar la puerta, alguien la detuvo.
—Señor Guzmán, por favor, ¿podemos hablar un momento