Jimena no pudo evitar mirar a Walter, y las palabras que tenía en la punta de la lengua se le quedaron atragantadas.
Mariana ya se había puesto las gafas de sol y se había despedido de Darina, pero aun así no pudo evitar echar un vistazo a esos dos.
Parecía que ese amor tan seguro de Jimena no le había traído demasiada tranquilidad.
La relación de Walter y Jimena tampoco parecía estar tan bien como antes.
Mariana se fue.
Walter y Jimena también se marcharon poco después.
Al salir de la tienda, Jimena se quedó de pie junto al coche, y Walter le preguntó extrañado por qué no subía.
—Jimena, ¿qué estás haciendo? —la llamó.
Jimena, agarrada al pomo de la puerta, miró a Walter con una expresión de incomprensión. —Walter, dime la verdad, ¿es que ya no te gusto?
—Jimena, otra vez con esas tonterías —respondió Walter, a quien no le gustaba que siempre le preguntara lo mismo y le recordara que la había salvado.
—¿Por qué no mandamos juntos tu vestido y el mío? Podría ir a tu casa y luego irnos