Mariana giró la cabeza y apretó los puños: —Únete a mí.
—¿Una señorita como tú? ¡Soy solo un maldito perro que carga tu bolso! ¡Yo quiero ser el líder! El que manda a todos, el que no duda en matar, ¿me entiendes? —Se levantó, maldiciendo—. ¿Qué hay de interesante en seguir a una mujer?
—En esta vida, solo una persona me ha hecho trabajar como un burro. —Se giró y levantó un dedo.
Mariana alzó la vista con esfuerzo para mirarlo.
Él sonrió: —Te diré algo que quizás ni conozcas.
Mariana mordió sus labios: —Dímelo.
Mariana mordió sus labios. —Dímelo.
—¿Has oído hablar de M? —El hombre entrecerró los ojos.
Mariana se quedaba sin palabras.
—Vaya, ¿cómo va a saber una mujer como tú quién es M? No voy a perder el tiempo contigo. —El hombre se dio la vuelta con tono decepcionado.
—Sí, he oído hablar de esto —respondió Mariana.
El hombre resopló: —¿Sabes sobre la Base M?
—¡Lo sé! —Mariana bajó la voz.
El hombre tuvo que mirar a Mariana: —Vaya.
—Me alegra que lo sepas —El hombre tomó unas pipas