Luego, Mariana firmó en el aviso de seguridad.
Justo después de que Mariana se registrara, llegó otro hombre con una gorra de visera.
El hombre medía aproximadamente un metro ochenta y cinco, vestía un traje deportivo negro que lo hacía ver especialmente duro.
Él firmó: Sandoval.
—Bien, ustedes esperen una vuelta — anunció el encargado.
Mientras Mariana se calentaba, el hombre permaneció a su lado.
Mariana observó al hombre de reojo. Él tenía la cabeza baja, con una gorra que le cubría media cara. Su nariz era prominente y sus labios muy atractivos. Aunque no le miraba a los ojos, se notaba que era un chico guapo.
Justo cuando el hombre levantó la cabeza, Mariana bajó la suya y comenzó a estirarse.
Así que los dos se perdieron la mirada.
Pronto, la carrera comenzó. Mariana alquiló un coche verde.
Había cuatro competidores en total, y la pista de Calle Isabel no tenía nada que envidiar a la Montaña del Dragón. Era un auténtico desafío de habilidad y experiencia.
Algunos de los competido