Todos los presentes miraron a Mariana, como esperando una confirmación.
Especialmente Walter, cuya mirada hacia Mariana nunca había sido tan intensa y persistente.
Mariana miró a ellos, sin saber qué responder en este momento.
¿Debería decirlo directamente? No, no era incompetente y le cedió su lugar a Jimena.
—¡Habla! ¡Jimena te ha tratado así, ¿y tú todavía estás dudando?! —Mauro miraba fijamente a Mariana, especialmente agresivo—. ¿Qué clase de buena persona eres? ¿Jimena te lo agradecerá?
—Ella te quitó tu lugar, te quitó a tu esposo, ¡y ahora sigue apuntándote! Mariana, ¿eres una ninja? —Mauro casi acorraló a Mariana, quien titubeaba, en un callejón sin salida.
Walter seguía mirando fijamente a Mariana, con sus manos lentamente apretadas sobre sus muslos.
Él estaba esperando, esperando que Mariana dijera una sola palabra: ¡Sí!
—Mariana, si tienes algo que decir, dilo con valentía —dijo Liberto con calma, indicando que todos confiaban en ella.
Mariana miró a Walter y le preguntó co