El hombre se quedó visiblemente aturdido ante las palabras de Mariana.
Las personas a su alrededor se miraron entre sí, también llenas de impacto.
¿Acaso habían oído mal? ¿Qué acababa de decir ella que haría si perdía?
Mariana, viendo su expresión de desconcierto, se burló y repitió: —Si pierdes, te cortas un dedo en señal de respeto a este mundo. ¿Te atreves?
El hombre esbozó una sonrisa incómoda, preguntándose cómo es que esa mujer se atrevía a arriesgar tanto. ¿No era exactamente como jugarse la vida?
Él sólo quería demostrarles a esos ricachones que no era menos que ellos, ¡nunca había pensado en apostar su vida!
El silencio se apoderó del ambiente.
Mariana dio un paso más hacia él, mirándolo fijamente, y con un tono similar al suyo, preguntó: —¿Qué, te dio miedo?
El hombre entró al instante en pánico.
Mientras duda en responder, alguien en la multitud empezó a gritar: —¡Lucas, es sólo una mujer, ¿qué te da miedo?!
—¡Exacto! Corriste en este circuito cientos de veces, ¿cómo vas a p