—¡Seguramente fue esa zorra la que le hizo el rasguño! —Brayan, cada vez más enojado, no pudo evitar maldecir— ¡Ese tipo es un sinvergüenza!
Mariana asintió repetidamente, apoyándolo: —¡Sí, un sinvergüenza total!
—No te preocupes, Mari. Hay muchos peces en el mar. Cuando te divorcies de él, te ayudaré a encontrar a alguien mejor —dijo Brayan con confianza, dándole una palmada en el hombro.
Mariana asintió con fuerza, y aguantando la risa, siguió su corriente: —¡Gracias!
Mientras tanto, Walter, que se dirigía al hospital, estornudó de repente y se frotó la nariz.
Simón, a su lado, preguntó con cautela: —¿Se habrá resfriado? Voy a comprarle algo para el resfriado.
—No... —Walter no había terminado de hablar cuando estornudó de nuevo.
Hizo un gesto con la mano, indicando a Simón que no se molestara.
Simón tosió ligeramente y no pudo evitar echar otro vistazo al rasguño en el cuello de Walter. La marca era muy visible, evidentemente hecha en un momento de pasión.
Debía haber sido algo hech