—¿Qué opinas? —preguntó Mariana nuevamente.
Walter suspiró. —Si quieres seguir observándome un tiempo más, está bien.
Al escuchar esto, Mariana sonrió.
—¿De verdad? Entonces...
No terminó la frase. Walter interrumpió de inmediato.
—¿En serio vas a observarme? Señorita Chávez, ¡yo soy completamente sincero! —Su tono de voz adquirió un toque juguetón.
Mariana entrecerró los ojos. El gran presidente también podía ser coqueto. Eso realmente le provocaba cosquillas en el corazón.
Poco a poco, más personas comenzaron a acercarse, levantando sus teléfonos para tomar fotos. Era difícil no detenerse a mirar a una pareja tan atractiva.
Mariana sonrió, lo que atrajo murmullos curiosos a su alrededor. —¿Es el señor Guzmán y la señorita Chávez?
—¡Esa pareja se ve muy bien junta!
—¡Señorita Chávez, dile que sí, dile que sí!
Mariana miró a Walter durante un buen rato. Si hoy no aceptaba, seguramente él terminaría pasando vergüenza frente a todos. No quería imaginar cuántas risas provocaría eso en Yac