—Vaya, Walter, ¿no me digas que realmente tuviste suerte y te perdonaron?
Jacob estaba sorprendido. Si Mariana realmente perdonaba a Walter, tendría que reconocer que él tenía habilidades.
Walter miró de reojo a Jacob y, con pereza, respondió: —Adivina.
Jacob le dio un golpe en el brazo a Walter. —Dime, ¿qué está pasando realmente?
—No hay nada que decir —dijo Walter con una sonrisa arrogante.
Jacob no obtuvo respuesta y se sintió ansioso. Miró hacia donde estaba Mariana. Ella estaba saludando a Catalina y Abril.
Su figura era simplemente perfecta: curvas pronunciadas, piel suave y clara. Dondequiera que estuviera, siempre era la más deslumbrante. Era imposible apartar la mirada de ella, y no podía evitar pensar en lo hermosa que era.
Jacob suspiró. Los amigos de las personas hermosas también eran atractivos, como Mariana y Yolanda.
—¿Qué miras? —Walter le dio un empujón a Jacob.
—A tu exesposa —Jacob no lo ocultó.
—Mejor quita la mirada de ahí —Walter lo miró con frialdad.
—¿Qué pasa?