—No voy al hospital, estoy bien —le dijo Mariana a Walter.
Al ver que realmente no le pasaba nada, Walter pensó que quería llevarla al hospital porque temía que se asustara. Pero al notar la inusitada calma de Mariana, la llevó directamente a su coche.
El ambiente estaba en silencio. Los policías afuera estaban ocupados con la escena.
De vez en cuando, alguien se acercaba y le preguntaba a Walter: —Señor Guzmán, ¿necesita ayuda?
Walter sacudió la cabeza y ellos se alejaron rápidamente. Mariana mantenía la mirada baja, frotándose el tobillo. Walter la observaba. La ropa de Mariana no estaba tan ordenada. Ella había venido a Ciudad de Fantasía con pocas cosas, pensando que solo se quedaría una noche.
Walter sintió un poco de pena y extendió la mano, listo para ayudarla a masajear su tobillo.
Mariana se retiró. —Gracias, no es necesario.
Walter frunció el ceño. —¿No vas a preguntarme por qué estoy aquí?
—No tengo ganas de preguntar.
Aunque no lo hiciera, ya debía saber que Walter había ve