Walter disparó directamente en el brazo de Leo. El cuerpo de Leo tembló violentamente. Cayó al suelo, pero aún así sonrió.
La policía se llevó a Leo, y cuando Walter intentó disparar de nuevo, alguien lo detuvo. —Señor Guzmán, déjelo ya.
Walter frunció el ceño, con las venas marcadas en la frente y el dorso de la mano, claramente enfadado.
—¿Dejarlo? ¿Crees que él quiere que lo dejemos? —La mirada de Walter era feroz, llena de odio hacia Leo.
—Déjenlo, porque yo mismo iré a hablar con él más tarde —La ira de Walter brotaba de sus ojos.
La gente en la habitación tembló, bajando la cabeza rápidamente y llevando a los que debían irse. El ambiente se volvió silencioso, quedando solo Mariana, que seguía buscando, y Walter.
Walter se acercó y agarró el brazo de Mariana. Ella lo soltó de un manotazo. —¡Suéltame!
Walter notó el tobillo hinchado de Mariana y los agujeros en su ropa. Le apretó el brazo con fuerza, mirándola fijamente.
—Mariana. Hace dos años, efectivamente vine a Ciudad de Fanta