Mariana llegó a casa, se duchó y se tumbó en la cama para descansar.
Inmediatamente le envió un mensaje a Yolanda, desahogándose sobre lo ocurrido esa noche.
Mariana: [¡Es absurdo, realmente absurdo! Esos dos hombres parecen estar compitiendo por un objeto. ¡Soy una persona, no un accesorio suyo! Y Walter, antes lo amé tanto y él no lo valoró; ahora viene a suplicarme de forma tan humillante, ¿de qué sirve? ¿Perdonarlo? ¿Es posible?]
Los signos de interrogación en su mensaje reflejaban a la perfección su confusión e ira en ese momento.
Yolanda, mientras se desmaquillaba, sonrió al ver el mensaje y respondió: [Con tantos hombres tras de ti, parece que tu primavera finalmente ha llegado.]
Mariana: [¡Si es así, prefiero no tener nada!]
Yolanda: [No puede ser, en la vida siempre hay un equilibrio. Mari, el invierno más duro ya ha pasado, y lo que te espera ahora es la primavera.]
Mariana miró el mensaje de Yolanda, con una expresión algo compleja.
Yolanda envió otro mensaje: [Has ingresado