—Simón, tú... —Jimena tenía las manos detrás de la espalda y sonreía a Simón con un tono cálido—. ¿Ya terminaste los asuntos de la empresa?
Pero Simón ni siquiera la miró, y en su lugar se acercó a la cama del hospital, dirigiéndose con gran respeto al señor Guzmán: —Señor Guzmán.
Walter emitió un sonido de asentimiento.
Jimena frunció el ceño, obviamente estaba algo nerviosa.
Que viniera en este momento y encerrase la habitación, ¿acaso quería delatarla?
¿Qué iba a decirle a Walter? ¿Cómo iba a reaccionar ella?
Walter, de reojo, se fijó inadvertidamente en Jimena, y notó que desde que Simón había entrado, su comportamiento se había vuelto extraño e intranquilo.
Jimena se mordió el labio. Si ella se lo confesaba abiertamente a Walter, ¿la perdonaría él por los años de amistad?
Jimena estaba muy inquieta por dentro.
—Señor Guzmán, tengo un asunto que debo informarle —Simón miró a Walter con gran seriedad.
Walter bebió un sorbo de agua e indicó a Simón que hablara sin rodeos.
Se alegraba