—¿Vas a casarte, papi? — interroga Fernanda.
—Aún es prematuro decirlo, cariño — responde Carlos — Primero debemos conocernos, luego presentarla a la familia y pedirle que sea mi novia.
—¿Ya no quieres a mi mami?
—Claro que quiero a tu mamá. Solo que… ella ya no está.
—Pero va a regresar. No puedes estar con otra, mamá se pondrá muy triste. — insiste la pequeña.
—Ratona — le digo — recuerdas el cuento que te leí hace unos días.
—Sí, tío — responde.
—Mamá está allá en el cielo, cuidándote, cuidándonos a todos, es un ángel… — le digo
—Que guía nuestro camino — sonríe ella.
—Así es. Ella está feliz protegiéndote, sonríe contigo, vive contigo y cada día se hace más fuerte por el amor que brota de tu corazón. Pero ella también necesita que papá esté feliz, porque eso agranda sus alas y las fortalece para protegerlos — le digo sin ver que mi madre y mi hermano me observan.
—Sí, tío — vuelve a sonreír y a poner sus ojos en su plato. Carlos me sonríe y susurra “gracias”. Mamá, por el contrari