Keidys estaba recogiendo sus cosas para irse, el tiempo había pasado muy rápido, Josef estaba bastante recuperado y ya podía dar pasos lentos sin las muletas, pero el médico le decía que no se esforzara, tenía que seguir con ellas e ir a las terapias.
Keidys había firmado contrato y retomaría su carrera, no podía estancarse en aquel lugar cuando ella tenía su vida muy lejos de allí. Su hermano le ayudó a bajar las maletas, la señora González no dejaba de llorar y abrazó a su hija:
—Mi niña… Te voy a extrañar mucho —dijo entre sollozos.
—Mamá… Voy a estar viniendo a visitarlos, no te preocupes —Keidys la abrazó fuertemente.
Keidys no quiso que sus padres la acompañaran al aeropuerto ya que se iría a despedir de todos sus amigos y Josef que no podía estar caminando en