—¿Pero qué te pasa? —soltó Scarlett a Sebastián sin pensar.
El dedo de Sebastián se movió ligeramente cuando ella elevó la voz, pero no dio ninguna otra señal de haberla escuchado.
—No te hablará porque yo se lo prohibí—dijo Ava con una sonrisa inofensiva—. Ahora es él quien no puede dejarme.
Scarlett frunció el ceño. Se volvió hacia Scott, esperando ver algo de inquietud en su rostro, pero élno parecía darle importaciani encontrar curiosa la reacción de Sebastián.
Scott se encogió de hombros con indiferencia.
—¿Qué puedo decir? Ese hombre tiene la costumbre de querer las cosas después de perderlas.
No era eso.
—¿Ahora extrañas que te persiga? —se burló Ava—. Dijiste que lo habías superado, pero al final del día, disfrutas tanto como yo la satisfacción de tener hombres a tus pies. Y eres más hipócrita porque al menos yo lo admito.
Nunca lo hacía, pero a Scarlett no podía importarle menos lo que Ava estuviera diciendo en ese momento. Miraba fijamente a Sebastián, recordando todas las co