Elena De Larsson
Elena De Larsson
Por: Karina Peña De Goncalves
Prólogo

   Margarita.

(Un poco antes de que la historia comience).

   Elena de Arango observó a su infiel esposo, escondida entre turistas, que disfrutaban de una mañana de sol caribeño en la paradisiaca isla de Margarita. Sergio Arango o el perro sarnoso, como le llamaría Elena a partir de ahora, estaba encantado con la escultural rubia que tenía en brazos, la amante de turno. Elena, iba disfrazada con una peluca rubia, grandes lentes de sol, un conjunto de tela estampada con grandes flores. Elena ya no era ya capaz de sentir como se rompía su corazón mientras veía a su esposo con otra mujer, sus sentimientos eran más complejos más de autocompasión. Vio la sonrisa que se dibujaba en su rostro, tan orgulloso de tener para él una mujer exuberante como aquella; era de baja estatura muy bien proporcionada de manera más quirúrgica que natural, vestida o más bien casi desvestida con un pequeño bikini de color fucsia, la parte de arriba tendría que llevarla de una talla más grande, ya que los pechos se desbordaban, por las pequeñas piezas en forma de triángulos que apenas alcanzaba a tapar los pezones.

   Elena sentía un gran vacío, la invisibilidad ya no le parecía, y ya que era obvio que él tampoco la quería, le fue más fácil tomar su decisión, llamó a Sergio a su teléfono celular.

   Sergio hizo una mueca de fastidio al ver la cara sonriente de su esposa en la pantalla del teléfono. Elena pudo ver a pocos metros de distancia como le amargaba el momento al perro sarnoso, Sergio susurró un ahora vuelvo a la rubia y se apartó a contestar la llamada.

   — ¡Hola linda!, Ahora estoy en un almuerzo con unos inversionistas, ¿Pasa algo?

   Elena con el corazón palpitando a millón, respondió.

   — En realidad…, sí pasa Sergio, te esperó en el Lobby de tu hotel en 30 minutos, tenemos que hablar.

   — Pero ¿Qué hotel, mujer de que hablas.

   — Sergio, no creo que esa…, sea una representante de inversionistas, ni cliente de nuestro negocio. En El Atlantis, Sergio, el hotel donde te estás quedando, en media hora.

   Y finalizó la llamada.

   Que ciega había sido, o más bien encandilada con Sergio, delgado, pero de cuerpo esculpido, con el cabello castaño oscuro, su rostro siempre reía, irradiaba luz por sus ojos café bajo tupidas cejas, y enmarcados por larguísimas pestañas, al menos eso le parecía a Elena, un ángel que había sido bendecido con un bello físico y del que él era muy consciente.  Lo conoció en la universidad, suspiraba por él, mientras Sergio tonteaba con amigos. Mujeriego a más no poder, muy bien le resultó juntarse con ella, el cerebrito sin sentido de la moda. En esa época, Elena era una chica desgarbada de cabellos marrones, recogidos siempre de forma tirante, usaba lentes de fórmula en función de durabilidad y no belleza, ropa fuera de moda y con discordantes colores, tímida y con tendencia a ser invisible, se sintió en una nube cuando Sergio le pidió que fueran novios, siempre había una excusa para que ella hiciera los trabajos y para copiarla en los exámenes, pero qué importaba, ella le daba conocimiento y él le proporcionaba abrigo y la aceptación en el grupo. Con él siempre era nombrada (aunque su nombre se pronunciara después de Sergio). Era vista, más no el centro de atención.  Ya que el carisma de Sergio era abrumador. Cuando se graduaron, ella le comentó su proyecto para una empresa de publicidad y mercadeo con el que soñaba; él le pidió matrimonio, Elena dijo sí a ese príncipe azul, de armadura un poco abollada, pero qué más daba, ella lo veía perfecto.

    Cuando Sergio llegó al hotel, le dijo a la rubia que lo esperara en el bar de la piscina, que su esposa estaba allí y debía arreglar las cosas con ella. Previendo  eso justamente, Elena se había quedado con su disfraz y los siguió, quería ver como trataba Sergio a la amante una vez que ya se sabía descubierto; una parte de ella esperaba que él se deshiciera de ella en la playa, pero no, la había traído al hotel buscando asegurarla, mientras la intentaba engañar de nuevo, Elena observó a su muy embaucador esposo tratando de calmar a la rubia, desde dónde ella estaba no alcanzaba a escucharlos, pero claramente podía leerle en la expresión de este, la preocupación por mantenerla contenta, el perro sarnoso no sacrificaría a la escultural rubia por su insípida esposa, la cautivó la expresión de la rubia, se veía tan vulnerable toda pucheros sexis, pero apenas Sergio la dejó en el bar, cambió a cazadora. Elena no aguantó las ganas de verla en acción, fue hasta la barra del bar y vio cómo actuaba la rubia, sus expresiones y su manera de moverse, aquella mujer sabía cautivar a los hombres, Elena se preguntó que si quizás ella hubiese sido más segura, más extrovertida, Sergio la hubiera apreciado más, o si sencillamente no se hubiera casado con él, ya no sentía amor por Sergio, él se encargó de matar el sentimiento, casi lo olvidaba tenía que ir y enfrentar a Sergio.

   A cambiar su vida...

Karina Peña De Goncalves

Hola, gracias por dar una oportunidad a mi novela Elena De Larsson, ambientada en mi bello país Venezuela, como licencia literaria me permito desenvolver mi novela en la Venezuela pujante y prospera que todos los venezolanos quisiéramos tener, procurare hacer justicia a sus bellos paisajes y que ustedes lectores puedan soñar conmigo y apreciar mi historia, se les quiere

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