Elena despertó, sentía la boca seca y un terrible dolor de cabeza, en realidad le dolía todo el cuerpo, abrió los ojos lentamente ya que el sol le daba de frente a su rostro, estaba en un auto, acostada en el puesto trasero, Sergio iba conduciendo.
— Por fin despertaste amor.
Amor, Sergio siempre la había llamado amor.
— Si a esto que haces le llamas amor, que será si me odiaras.
— Ahora eres muy respondona, esa gente te han cambiado, eres presumida y malvada.
— Tú me secuestras y yo soy la malvada, ya está bueno Sergio, di tu precio ¿Cuánto por dejarme ir?
— No, tú te quedarás conmigo y empezaremos otra vez, tendremos la vida que ese Bernhard nos arrebató.
— Sergio es que estás demente, yo no te quie