Capítulo 44.
Harper actuó como si el mafioso no existiera, mirando al rottweiler en su lugar. No era tan bestial cómo se veía, pero tenerlo cerca tampoco le daba la tranquilidad que el mafioso sí. Mateo se rascaba la nuca a cada nada, dejando a la vista los dedos que la hicieron mover la lengua dentro de su boca. En tanto Mateo, movía los dedos para quitarse esa sensación que lo tenía con su grosor destilando perlas que recorrían su longitud.
Esa maldit@ tela tan adherida a su piel debía ser fácil de quitar y si no, seguro podía romperla, tanto como podía romper a la pelirroja que movía sus dedos con delicadeza, como si esa mano no fuera la misma que se acomodaba su polla en la entrepierna.
—¿Ya te funcionan las piernas o necesitas más atención inmediata? —cuestionó sin verla aún.
—Me recuperé rápido, no fue la gran cosa— buscó el paquete de toallas para no darle importancia al asunto. —No sé qué estás acostumbrado a ver en las demás, pero no fue lo mismo que en mí. Créeme —añadió quitándose l