Natalia mantenía una expresión de completa resignación.
Chiara aún le sostenía la mano con insistencia mientras seguía tratando de convencerla.
—Natalia, mami te promete que en serio es una buena persona. Solo ve a conocerlo. Si no te gusta, buscaré una forma de cancelarlo, ¿sí?
Natalia no se imaginaba que el primer problema al volver a casa sería... ¡Lidiar con un compromiso que se había sellado en su infancia!
La cosa sucedió así: cuando Chiara y su mejor amiga quedaron al mismo tiempo embarazadas, ambas bromearon diciendo que, si una tenía un niño y la otra una niña, los comprometerían desde pequeños. Y si eran del mismo sexo, los criarían entonces como hermanos.
Cuando se enteraron de que una había tenido un niño y la otra una niña, estuvieron tan contentas que no se cambiaban de la dicha, creyendo que pasarían de ser amigas a convertirse en consuegras.
Pero poco tiempo después, Natalia fue raptada, y el compromiso quedó en veremos.
Pero hacía solo unos días, al confirmar que Nata