La voz de Joseph temblaba ligeramente.
—Elo, ¿en serio no me vas a perdonar?
Natalia asintió sin vacilar.
—Lo has dicho muy bien, no te voy a perdonar.
Después de decir esto, Natalia no prestó atención a la reacción de Joseph y se dio la vuelta para entrar a la casa.
Al día siguiente, Natalia y Hudson habían quedado para ir a un concierto.
Desde que Natalia recuperó la audición, comenzó a disfrutar mucho de los sonidos del mundo: los sonidos de la naturaleza, de los instrumentos, las voces de las personas…
Justo en ese momento, Hudson era un asiduo fanático de la música clásica, y cada vez que iba con él a un concierto, aprendía algo nuevo.
Joseph pasó toda la noche de pie afuera de la casona.
Las palabras de Natalia seguían resonando en su cabeza.
El alivio que sintió cuando comenzó su relación con Galilea se había convertido en un boomerang que ahora lo golpeaba a él.
Pero aún quería intentarlo. No creía que Natalia pudiera dejar ir por completo cinco años de relación.
Después de rec