Punto de vista de Juan
Odiaba los hospitales; siempre me recordaban los peores momentos de mi vida. Las heridas de mi padre. Mi madre y la muerte que me había rodeado como una nube.
La puerta automática se abrió al entrar. Sentía la mirada del guardia sobre mí mientras me movía con la mayor gracia posible. Espalda recta, cabello recogido en un moño alto, pero siempre he sido tímido, así que era muy probable que pareciera un niño aprendiendo a caminar.
El hospital era un lugar estéril y clínico, con un ligero olor a desinfectante en el aire. Los pasillos estaban revestidos de paredes blancas y algún que otro cuadro en tonos pastel, destinado a aportar un toque de alegría a un ambiente por lo demás sombrío. El pitido de los monitores y las conversaciones en voz baja de enfermeras y médicos llenaban el espacio con un zumbido constante y sombrío.
Me dirigí a la habitación de Leo, que se encontraba en la sección VIP. Los guardias que me seguían asintieron. Se quedaron atrás. No quería asus