Las vidas de Kevin y Chalotte; dan un giro inesperado al cometer un ataco en Suiza. Los agentes Emma y Roland; después de detener a los chicos, comienzan una serie de investigaciones, con las que llegan a determinar por qué han realizado dicho asalto. Con todas esas preguntas y respuestas sin encajar, dando vueltas en sus cabezas, deciden que lo mejor es seguir investigando sin descanso. Con el paso del tiempo, se enteran de secretos que van más allá de lo que nadie pueda imaginar. Escondiendo algunas de las pruebas en su comisaria, pasan de ser policías a profugois de la ley, teniendo que buscar identidades nuevas, para poder huir a otro país. Con la ayuda de un abogado-detective, y sus astucias consiguen salir bien parados.
Leer másQuince minutos antes…
Charlotte y Kevin, detuvieron el vehículo frente a la puerta. Por encima de su ropa se vistieron con un mono azul de mecánico, y se cubrieron las caras; con unas máscaras de Harley Quinn y el Joker, para que nadie les reconociese. Los chicos ya estaban preparados para dar su gran espectáculo. Charlotte le miró muy preocupada, y preguntó:
—Kevin, ¿estás seguro de esto?, ¿sabes lo que haces?
El muchacho no pudo evitar mirar esa carita tan angelical. Sujetando la cara de la chica entre sus manos, respondió al mismo tiempo que afirmaba con su cabeza:
—Claro que sí. Charlotte por ti mataría.
—En realidad yo… creo que esto no está bien —comentó Charlotte, sin retirar su mirada de los ojos de Kevin.
—Si todo sale bien, ya tendremos para vivir —contestó Kevin, sujetando las manos de la chica, desde lejos se podía ver que estaba como un flan.
Charlotte miró al suelo del coche, y se relajó por unos segundos. Tomando la decisión la primera, bajó del coche, y dijo:
—Está bien, vamos.
Después abrió el maletero del coche y sacó una escopeta recortada. Pesaba bastante para su menudo cuerpo, lo que hizo que la cogiera aún con más fuerza y determinación; así mismo, fue como evitó que resbalase de sus manos.
Sin mirar atrás y bastante decidida, comenzó a subir las escaleras del Central Bank de Suiza. Kevin la perseguía cubriéndola las espaldas; él llevaba entre sus manos una metralleta.
Fueron tan rápidos, que las personas que pasaban a su alrededor en ese momento, solo les dio tiempo de poder ver como abrieron la puerta del banco. Entraron sin pensarlo dos veces, Charlotte cerró de un portazo, no dejando que una señora mayor entrase al banco.
—¡Todo el mundo con las manos arriba! Donde yo pueda verlas —gritó Kevin, con la cara escondida detrás de la máscara, soltando tiros al aire.
Los disparos fueron tan escandalosos, que antes de caer los casquillos al suelo, hicieron que Charlotte tirase el arma al suelo, y levantase las manos.
—¿Estás loca? ¿Qué haces? ¡Tú no! Recoge esto, y ve metiendo todo el dinero en las bolsas —dijo Kevin, dando una patada a la recortada, mientras la pasaba con la mano que tenía libre, dos bolsas grandes de colores con cremalleras.
—¡Hou, hou, hou! ¡Tienes razón!, nosotros somos los ladrones —respondió Charlotte, llena de euforia; bajando las manos, para recoger la escopeta del suelo.
Algo dentro de ella hizo que se llenase de valor, y se acercara al director del banco. Estaba tan emocionada por realizar el atraco, que por un momento se olvidó de lo que estaba pasando. En realidad los chicos sabían que no estaba bien lo que estaban haciendo; pero, la situación que estaban viviendo en ese mismo instante: no les dejaba ninguna alternativa más que esa, para que su vida cambiara.
Con el hombre frente a ella muerto de miedo; levantó su arma, le apuntó directo a la frente, y dijo:
—¡Vamos amigo! Ya lo ha oído, esto es un atraco.
—Señora no lo haga, estoy seguro de que usted también tiene familia —suplicó el pobre hombre.
Al escuchar como gimoteaba por su vida, la adrenalina se apoderó de ella, y recordando su pasado, contestó en un tono frio y sin ningún tipo de preámbulos:
—Sí que tengo, pero… No me quieren, de hecho soy muy pobre.
Mientras que Charlotte iba con el director a la caja fuerte, Kevin aprovechó, para que las personas que estaban dentro del banco, le fueran echando a una bolsa, todos sus objetos personales.
Cuando terminó de realizar la ronda, con la bolsa en sus manos, Kevin miró el reloj de su muñeca. Al ver que la chica llevaba más de cinco minutos, la llamó a voces:
—Harley Quinn, date prisa, no hay mucho tiempo.
—¡Ya voy! Joker. Solo me queda una bolsa por llenar —respondió desde la otra punta del banco donde estaba la caja fuerte.
Mientras los chicos se desenvuelven atracando el banco, las patrullas policiales comienzan a recibir avisos;
—A todas las unidades… A todas las unidades… Se está cometiendo un atraco en el Central Bank, la patrulla más cercana que vaya al lugar del asalto —se escuchaba en todos los coches policiales—. Enseguida llegarán los refuerzos; repito, enseguida llegarán los refuerzos —oyeron Roland y Emma, por la radio del coche patrulla.
A poco más de dos kilómetros se encontraban desayunando los agentes dentro del coche. Después de haber escuchado el aviso, Roland miró a su compañera y dijo:
—Agente Emma…, nos acaban de estropear el desayuno.
—Déjese de protestar y acelere —respondió abrochando su cinturón de seguridad.
El agente Roland es un tipo corpulento, es tan musculoso, como peculiar, y tan serio que nadie de la comisaría se atreve a llevarle la contraria.
El color castaño claro de su cabello y sus ojos color café, le dan un cierto aspecto de modelo. El año pasado le seleccionaron, para posar de modelo masculino en un calendario. Del cual destinaron toda la recaudación del mismo, a una ONG; en la que se encarga de atender a niños en riesgo de exclusión social.
Por otro lado está la agente Emma. Ella es muy guapa y bastante elegante. Su cabello es de color marrón chocolate, largo, y muy liso; siempre lo lleva recogido en una coleta. Sus ojos son marrones, muy claritos. A pesar de que es una chica joven para el cuerpo de policía, a ella no la importa demasiado; pues, de pequeña siempre estaba con su padre, que era un detective de lo más solicitado. Eso fue lo que la hizo tomar la decisión de ser policía, y proteger su ciudad.
La complexión media de su cuerpo, la hace tener bastante fuerza para ser una mujer: algo que la ha facilitado poder entrar en el cuerpo policial. Emma pasó su periodo de prácticas hace unos meses, ahí fue cuando la asignaron de pareja con el agente Roland. En la comisaria saben que es una buena profesional. Resuelve casi siempre los casos más complejos, ya que posee una inteligencia bastante alta.
Un sonido se apodera del edificio y rompe el silencio; el chico se pone nervioso y pregunta:
—¿Quién ha sido? ¿Quién demonios ha tocado la alarma?
Cuando localiza a la persona que ha tocado la alarma, le dispara a bocajarro y el hombre de mediana edad cae al suelo; las personas que están a su lado, gritan horrorizadas al darse cuenta de que está muerto. El alboroto y los gritos se apoderan del lugar. Intentando recuperar el orden, Kevin comienza a dar otro pequeño tiroteo al aire. Consiguiendo que se callen todos, grita:
—¡Dije que todo el mundo al suelo! No quiero que nadie se mueva.
Charlotte sale con las dos bolsas; una colgada de cada hombro. Al ver que a la chica le cuesta despegar los pies del suelo, por la carga que lleva, Kevin va en su ayuda:
—¡Vámonos! —dice Kevin, al tener unas de las bolsas en su poder.
—¿Qué has hecho? —pregunta Charlotte muy nerviosa, al ver que hay un hombre tirado en el suelo, sin moverse, y rodeado por un charco de sangre.
—Deja de hacer preguntas y larguémonos de aquí —contesta Kevin, echando a correr.
—No tenías que matar a nadie —argumenta Charlotte, bajando las escaleras antes de subir en el coche.
—Lo sé. No me dejó otra opción —contesta, apretando con mucha fuerza el volante entre sus manos.
—¿Estás loco?, ¿cómo vamos a salir de esta? ¡¿Hemos matado a un hombre?!
—Venga no discutas y quítate esa ropa. No pueden vernos así, la policía está cerca de nosotros —explica Kevin a medida que arranca el coche.
El chico sale del aparcamiento y comienza a conducir para huir del banco. Cuando la chica termina de quitarse el mono, Kevin sujeta la mano de Charlotte para que maneje el volante del vehículo; mientras, él se deshace del mono, y pisa los pedales al mismo tiempo.
Charlotte ve un destello por el espejo, cuando termina de mirar, dice:
—Date prisa, nos persigue la policía.
Sin decir nada, después de escucharla mira por el retrovisor; los destellos azules y rojos son tan visibles que le hacen pisar el acelerador con mucha más fuerza. El coche patrulla acelera su marcha y enciende el sonido de la sirena para que paren. Omitiendo cualquier clase de señal, Kevin sigue conduciendo, dándose a la fuga. El coche patrulla no deja de perseguirle por las calles. Charlotte se pone tan nerviosa que empieza a decir:
—¡Acelera! ¡Ve más rápido!, nos van a coger—. Mientras va pasando su menuda pierna por encima de la de él, para acelerar ella misma.
El chico se da cuenta de que ha perdido el control del coche y sin darle tiempo de quitar la pierna de Charlotte a un lado, grita:
—¿Qué haces?, cuidado nos vamos a…
Ese mismo día Cristian y el juez Belmont, consiguen que los suelten, mientras interrogan a los otros dos, quedándolos retenidos, con cargos de secuestro, robo bajo amenaza, contrabando de menores, y algunos delitos más; entre los cuales a Malique, se le acusa de haber asesinado a su esposa, por una declaración que afirmó Charlotte. Cuando salen de la comisaria Cristian pide un taxi y lleva a las chicas de regreso al hotel, están todos tan cansados por el día tan ajetreado que han tenido, que ninguno quiere hablar de lo que ha pasado. A la mañana siguiente, Cristian recibe una llamada del juez Belmont. En la que le pide a Cristian, que traiga las chicas hasta los juzgados, será el propio juez Belmont el que decida la suerte de todos ellos. Una vez en los juzgados Belmont, da paso a que comience el juicio. Las chicas esperan sentadas, en unas sillas que hay en el pasillo, están custodiadas por dos agentes. Las van llamando una a una hasta que declaran las tres, el juez Belmont l
Cristian acompaña al muchacho en la ambulancia, el juez Belmont les sigue en su coche. Al llegar al hospital Cristian y Belmont se quedan en la sala de espera. Kevin debe de entrar en quirófano; le tienen que extraer la bala que tiene insertada en su columna. Después de casi dos horas, el cirujano que le acaba de operar sale del quirófano y pregunta: —¿Familiares de Kevin?, por favor. Cristian y Belmont, se ponen en pie rápidamente, para hablar con él y preguntan: —¿Cómo se encuentra Kevin? —Verá señor… El chico es joven, le hemos tenido que hacer varias transfusiones de sangre al llegar. Con mucha suerte le extrajimos la bala que traía en su columna, está vivió y vivirá para poder contarlo; pero… no creo que vuelva a ser capaz de poder caminar de nuevo —explica el cirujano con mucha pena, al tener que ser él quién les tenga que dar tan mala noticia.—Entiendo, gracias por informarnos —responde Cristian.—Seguro que han hecho lo mejor que han podido, por lo menos está vivo —coment
Emma y Charlotte van al sitio acordado, en el que han quedado con Roland. Mientras esperan a que llegue, Emma le hace algunas preguntas más a Charlotte: —¿Tu madre era buena persona? ¿Se portaba bien contigo? Los ojos de Charlotte brillan al recordarla, antes de dejar que la pena se apodere de ella y las lágrimas comiencen a salir, responde: —Sí, ella quería que Malique abandonara esa maldita secta. No la gustaban algunas de las ceremonias, en ese lugar pasa de todo. La cara de la chica le da a entender que ella quería mucho a su madre adoptiva. A Emma le van brotando más dudas, y su intriga la hace respirar aún más profundamente. Con todo este asunto medio resuelto, y ver que cada día están más cerca de la verdad, pregunta: —¿De qué murió? Charlotte ya no puede retener más sus lágrimas, esas preguntas hacen que recuerde a su madre. Con muchas dudas, pero, reuniendo su fuerza interior al recordar los cuentos que la contaba antes de dormir; sus abrazos, sus besos, el apoyo moral
Emma suelta a Charlotte un poco antes de llegar a la puerta; para que vaya hasta allí andando, eso evitará que las vean juntas. Rodea el centro por fuera con su coche; en la puerta trasera del centro puede ver que quiere entrar un camión con comida. Aparca enseguida, y se acerca al camión por la trasera; cuando le abren la puerta entra escondiéndose con mucho cuidado para que no la vean. Lleva puesta una gorra negra que se encontró en la parte trasera de su coche, para que no la reconozcan las cámaras de seguridad. Entra por el almacén de la cocina; se cuela hasta llegar a uno de los pasillos, y con mucho cuidado va abriendo todas las puertas. Recordando que Kevin la dijo que esa está siempre cerrada con llave. Va probando en cada una de las puertas, que se encuentra por su camino. En la última planta, da con una vieja puerta de madera que está totalmente cerrada, la empuja y analiza el tipo de cerradura que puede llevar. Busca en su bolsillo un juego de herramientas que utilizaba s
Cuando Emma y Roland salen de casa, Cristian se pone manos a la obra; llama a su mujer por teléfono, y comienza a hablar con ella. —Hola, cariño. —Hola amor. ¿Cómo estás? —responde ella. —Bien cielo. Ya tengo al chico, estoy pensando en llamar al juez que le sentenció —comenta Cristian. —¿Para qué quieres hablar con él? —pregunta su mujer. Recapacitando las palabras, pero pensando en el chico, responde: —Tienes razón, pondrán a Kevin en busca y captura, no quiero que este muchacho tenga más problemas. —Ya sabías que esto era lo que iba a pasar. Te conseguí pasaportes con otras identidades, creo que lo mejor es que viajéis a Francia; una vez allí, podrás pedir ayuda a tu amigo Belmont —comenta ella. —Eso es muy buena idea. Eres la mejor, por eso te quiero —responde Cristian. —Gracias, cariño —contesta ella. —Cariño, otra cosa. Te podrías pasar por el centro que te comenté necesito que sea hoy, yo no puedo ir. Tengo que esconder a este chico; seguro que ya tenemos a la policía
Al salir del restaurante suena su móvil, Roland contesta enseguida: —Emma que sorpresa, pensé que tardaríais más. —Roland llevas tres horas fuera de casa, terminamos hace un buen rato —responde Emma. —Ok, tardaré más o menos media hora en llegar. —Ok, aquí nos vemos —responde Emma, antes de colgar el teléfono. Antes de llegar a casa, Roland siente que alguien lo persigue, se da la vuelta y mira hacia atrás, la calle está llena de personas. Su miedo es inminente por eso; acelera su paso y continúa mirando de reojo para atrás, la sensación no le desaparece hasta llegar a casa de Emma. —¿Roland, estás bien? —pregunta Charlotte, al verlo entrar sudando y tan agitado. —Sí, Charlotte no te preocupes —contesta disimulando. Emma le mira, le nota bastante extraño, sabe que le está pasando algo, ella se acerca él, y lo abraza: —¿Qué ha pasado? —pregunta entre susurros. —Nada, quédate tranquila. Solo me puse un poco nervioso, pensé que me seguían, había demasiadas personas en la calle,
Último capítulo