Sofía lloraba con inconsolable lágrimas de indignación, como si todo el mundo la hubiera malinterpretado.
—¡Señorita Azahares, ¿cómo puede insultarme así frente a tanta gente? ¡Soy pobre, pero también tengo dignidad! ¡Nunca he hecho nada en lo absoluto de lo que me acusan! —Sofía, con una expresión decidida, continuó:
—No puedes simplemente calumniarme porque Marina es tu buena amiga. Aunque sea pobre, no permitiré que me difamen de esa manera. ¡Tener dinero no les da derecho alguno a arrojarme lodo!
Regina estaba molesta, pero no supo en ese momento qué decir ante esas palabras cargadas de manipulación emocional. Marina se interpuso delante de Regina, mirando a Sofía con una sonrisa irónica:
—¿Pobre?
Sofía seguía mostrando esa apariencia de víctima vulnerable pero obstinada mientras miraba de reojo a Marina.
Hasta ahora, Marina había tratado a Sofía con una actitud de “ojo por ojo”, sin buscar destruirla, ni siquiera hacer que la expulsaran de la universidad. Pero la actitud de So