El salón central de la fortaleza Vorlak vibraba con la energía del eclipse. Cada piedra parecía temblar bajo la presión de la sombra ancestral, Arkan, que flotaba en el aire como un ser de oscuridad líquida, proyectando ilusiones y ataques que desafiaban tanto la mente como el cuerpo.
Ciel respiró hondo, sintiendo cómo su sangre híbrida latía con fuerza, recorriendo cada fibra de su ser. Esta vez no era solo reacción: era control. Su mitad humana le daba percepción, intuición y claridad, mientras que su mitad vampírica le otorgaba fuerza, velocidad y resistencia. Por primera vez, la híbrida comprendió que su poder era más que un arma: era la clave del linaje.
—Ian, Jordan —dijo Ciel, su voz firme—. Debemos sincronizar todo: mente, cuerpo y energía. Si lo hacemos bien, podemos desestabilizarlo.
Ian asintió, sus colmillos brillando bajo la luz del eclipse:
—Estoy listo. Tu guía nos dará ventaja.
Jordan cruzó los brazos y sonrió, su aura vampírica rodeando al trío como un escudo:
—Entonc