El aire vibraba con energía pura mientras los dos enemigos avanzaban de manera sincronizada. Cada ataque estaba cuidadosamente calculado, y por momentos parecía que Ciel y sus aliados se encontraban en un laberinto de sombras y luces que cambiaba constantemente. Los filamentos de energía oscura de la figura alta se enroscaban como serpientes vivientes, mientras que las ilusiones de la figura baja multiplicaban sus ataques, obligando a los portadores a mantenerse siempre en movimiento.
—No podemos seguir reaccionando solo —dijo Ciel, su voz firme—. Debemos encontrar un patrón, una debilidad. Ellos dependen demasiado de la coordinación entre fuerza y engaño.
Ian asintió, lanzando su escudo para bloquear un ataque que se acercaba desde arriba.
—Concentrémonos en separarlos —respondió—. Si rompemos su sincronización, se volverán vulnerables.
Ciel cerró los ojos y dejó que la marca del eclipse fluyera por todo su cuerpo. Sintió cómo el pulso de los enemigos resonaba con la energía del lina