cap.4

Capítulo 4

Marco Marone

- "Lo sé, señor", dijo robóticamente, como si no me diera cuenta de su ironía, y salí de la habitación y me dirigí a mi despacho, pero lo que ella tampoco sabe es que sé identificar a una virgen y que esa gorda nunca ha sido tocada por un hombre.

Me parece bien que su cuerpo no se vea tan mal, pero no siento ninguna atracción, pero he firmado ese contrato y he ganado mi libertad, voy a salir como quiera y volveré a divertirme con otras mujeres a pesar de estar atado a ella, y tal vez haga heredera a cualquier mujer corriente que pueda soportar la maldición, ya que la mujer que se quede embarazada de mí tendría que tener especial cuidado porque es humana, o el bebé le transmitirá una maldición y moriremos los dos.

La llamada maldición del alma negra: a medida que el bebé crece, la piel de la mujer se vuelve más oscura y sus venas empiezan a parecer raíces que dibujan su cuerpo, y cuando el bebé nace, la vida deja de existir, la mujer continúa, pero está destinada a no despertar nunca.

En esta situación, tendríamos que matarla y acabar con su miseria, ya que quedaría atrapada en una profunda pesadilla que la dejaría hecha una furia. Nadie sabe qué es este sueño maldito, pero es peor que la muerte.

Ahora que lo pienso... yo dejaría que esta cosita sufriera, sería muy interesante, pero no sé cómo pasaría algo entre nosotros.

De todos modos, encuentro un cheque en el cajón y apunto una cantidad para la familia Skill, eso es todo lo que quieren y el contrato no especificaba qué tipo de mujer debía venir, al fin y al cabo la pobre no es más que un objeto para la procreación, nunca será mi pareja.

He estado en la oficina una hora y media, como siempre he tenido que gestionarlo todo desde casa, pero a partir de mañana voy a despejar el trabajo atrasado.

Caminé por el pasillo en silencio, hasta que Iolanda salió de la habitación de la desconocida con ella, llevaba tímidamente un vestido de seda blanco que parecía un camisón, creo que la ropa no había llegado, su pelo estaba mojado y por fin peinado, dándole un aspecto más delicado y vanidoso.

Mientras caminaba por el pasillo, ella ni siquiera me miraba, me ignoraba con cara dura y a propósito, ¡una zorra! Pero que me importa, por un momento veo un aura nueva desatada, su olor me era familiar después de quitarle el perfume que llevaba, es como si lo hubiera olido en algún momento de mi vida, no es común, pero no puedo identificar que es.

No lo pensaré mucho, hoy es el día en que por fin me voy de esta casa.

Por fin puedo quitarme la máscara cuando entro en mi habitación, he seleccionado la mejor ropa, hoy voy a divertirme con algunas mujeres, no tengo que preocuparme de mi mujer de enfrente.

Por fin estoy listo para salir, como un auténtico magnate, hay un hotel no muy lejos, el diamante palace, tiene un casino en su segunda planta donde puedo apostar con otras figuras públicas importantes, así como conocer a mujeres cazafortunas que están allí para pasar una noche y ganar unos dólares.

Cuanto más vivo en el mundo humano, más asco siento al mismo tiempo que fascinación. De donde yo vengo tenemos un periodo especial para la procreación, pero aquí los seres humanos utilizan el contacto íntimo como diversión, lo que facilita aún más encontrar pretendientes para intentar continuar mi especie.

Nada más salir de la mansión, el sol caía a plomo sobre mí, era inusual que hiciera tanto calor, y en medio de la luz vi a alguien en el jardín sentado en uno de los bancos de madera blanca entre los rosales blancos.

No puedo creer que Iolanda la dejara salir vestida así, no me vio, sólo apreciaba las flores y el paisaje mientras me acercaba.

Su expresión era de paz adornada con una sonrisa genuina de delicadeza y sinceridad, el sol hacía que su piel pareciera perlas, por un momento pensé que era el ser más bello a juego con este jardín.

- Sólo si es clandestino - refunfuñé, despertando de mis vulgares pensamientos sobre esa esposa regordeta, Iolanda lo está haciendo a propósito, no me voy a acostar con esta mujer, pero... puedo jugar un poco, al fin y al cabo soy el hermano gemelo de su marido.

Me quedé de pie junto a las rosas observándola hasta que se fijó en mí. No pasó mucho tiempo hasta que sus ojos se cruzaron con los míos y la vi sonrojarse desconcertada, cubriéndose el escote con los brazos y mirándome temerosa.

- Lo siento, no me di cuenta de que había más hombres aquí -tartamudeó ella, pero lo único que pudo ver fue su escote haciéndose más evidente al ser aplastado por el brazo de él, ¿de verdad estaba intentando ocultarlo?

- Ah, señorita, claro que sí, además hay un hombre mayor y un mayordomo, ¿no va vestida de forma inapropiada? - pregunté mientras me acercaba, ella giró su cuerpo hacia un lado, sentándose en el banco para intentar ocultarse, como si eso fuera posible, a lo lejos vi a Iolanda al otro lado de los rosales y de nuevo se retiró malhumorada. - Que me espere, ya tendremos tiempo de hablar, pero ahora quiero jugar con mi mujer, seguro que engañaría a su nuevo yo deforme con facilidad.

- Mi ropa no ha llegado todavía, y Iolanda dijo que estaba bien para salir y tomar el sol

- "Se equivoca, la próxima vez ponte más ropa", le ordené, mirándola de arriba abajo con mis delicados pies sobre la hierba, "me recuerda tanto a una diosa... mi cabeza se siente miserablemente extraña".

- ¿Quién es usted? - preguntó confundida.

- Soy el hermano de tu marido, somos gemelos", dijo ella, perpleja.

- ¿Así que era así? - preguntó, analizándome.

- Sí.

- Pobre chico, debe ser terrible tener que vivir así ahora.

- No le importa tanto, ahora estás casado por lo que veo, ¿no?

- Sí. - confirmó tímidamente cuando me senté a su lado, luego se giró en dirección opuesta a mí, cuando se dio la vuelta sentí un perfume que exhalaba de su pelo, cuando las chicas son vírgenes huelo algo diferente que viene de ellas, suena ridículo, pero es un olor tan bueno, pero es difícil de describir, trae una sensación dulce.

De repente mis ojos recorrieron su espalda y sentí ganas de rodear su cuerpo con mis brazos, una extraña sensación que me mareó, ¿qué demonios me está pasando?

- Dime, ¿le gustabas?

- Me odia, igual que él no me gusta a mí", refunfuñó.

- Sólo puedo imaginar lo difícil que debe ser para él, ya que está todo deformado, y más aún para ti que tienes que quedarte con alguien tan debilitado.

- No tengo ningún problema, por un momento incluso pensé que al menos podríamos ser amigos, no sé, no le gustan las mujeres que son más generosas corporalmente hablando. - Comentó con un toque de ironía.

- No le gustan las mujeres así, debería cuidarse más e intentar adelgazar.

- Estoy bien", dijo, sonriendo suavemente.

- De hecho, tener un marido rico con el que te vas a quedar toda la vida y que sea tan feo no te da ni ganas de cambiar, ¿verdad? ¡Basura! - le grito molesta, pero a ella le da igual.

- ¿Puedes responderme a algo? - preguntó, dándose la vuelta para mirarme, y por fin tuve la deslumbrante visión de sus pechos marcados en la fina tela de su vestido. "Santo cielo, debe haber algo muy mal..."

- Sólo dilo, tengo prisa", ordeno rígida, manteniendo la mirada en dirección contraria, pero su olor...

- Estudio, ¿casarse significa dejarlo todo? - preguntó con aprensión, esto parece ser realmente importante para ella, es algo raro ya que ahora lo tiene todo en sus manos.

- Puedes, puedes ir a donde quieras siempre y cuando respetes el matrimonio - aseguré luego me puse de pie, no aguanto ni un segundo más frente a esta chica, que extraña situación, que demonios me está pasando, mi pecho arde peor que un fuego al rojo vivo al punto que mi piel comienza a sudar y mi respiración es pesada, que extraña reacción de mi segunda alma.

En cuanto me alejé de ella los síntomas desaparecieron, no sé qué puede ser pero es demasiado real como para ignorarlo, primero voy a hacer una visita al hotel, invitaré a algunas señoritas a divertirse, es un poco diferente estar con humanos, son más débiles, pero me gusta, y luego lo pensaré.

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