｡ ٬٬⌠ Claudia ⌡‧₊˚

Dos semanas después, el apartamento ya se sentía distinto. Las cajas habían desaparecido, cada rincón olía a hogar, y poco a poco mi vida comenzaba a acomodarse en este nuevo espacio que ahora compartía con Connor y Venus. Pero esa mañana tenía un nudo en el estómago.

Marian y Andrés se iban a Canadá.

Nos encontramos en el aeropuerto. Los niños corrían de un lado a otro, riendo y jugando, emocionados por el viaje, sin darse cuenta de que mi sonrisa era solo una máscara para ocultar las ganas de llorar. No quería alejarme de ellos, aunque sabía que era necesario. Era la única forma de mantenerlos a salvo, de alejarlos de este mundo que parecía empeñado en destruir a mi familia. Esta vez, n