Parte 4. Capítulo 10. La sangre del heredero
Estacionaron los autos frente a la casa del negro Ismael y los cuatro guerreros bajaron manteniéndose en alerta. El hogar estaba oscuro, lleno de suciedad y abandono, con las puertas y ventanas cerradas, sin posibilidad de echar un vistazo al interior.
Gabriel llevaba la gorra en su mano, le había contado a Javier y a Jonathan lo ocurrido en la montaña y ellos le confesaron sobre los hombres con los que se habían topado en la ciudad.
Todos llegaron a la conclusión de que Ismael podría ser esa persona que los vigilaba y les pasaba a los delincuentes información de ellos, sirviéndole al demonio.
Llamaron a la puerta en varias ocasiones, pero no recibieron respuesta. Jonathan se atrevió a saltar la reja perimetral y revisar el patio trasero, descubriendo que las entradas por allí también estaban selladas.
Gregory se acostó boca abajo en el suelo, para dar una mirada a través del resquicio inferior que dejaba la puerta, así pudo percibir un reflejo de luz que salía del pasillo de las habi