Había pasado media hora antes de que el rayo de luz se atenuará; hasta entonces, Belén aún no podía descifrar qué provocaban esas emociones complejas.
Negó con la cabeza y decidió dejar de pensar al respecto.
Se puso de pie, encendió las luces, sacó la carta de Junior y la leyó en silencio en el escritorio. A él siempre le encantaba utilizar esa clase de papel para sus cartas, y en la parte superior, incluso dibujó un corazón rojo. Cuando Belén lo vio, se le derritió el corazón.
«Querida hermana, han pasado años desde que te vi. En verdad quiero ir al Distrito Imperial a verte, pero papá y mamá dijeron que estás haciendo algo importante, Así que no debería molestarte.
Muy bien, entonces, un niño maduro no debe impedir que un adulto haga algo importante. Sin embargo, hay muchas cosas que quiero contarte y no sé cuándo verás esta carta».
Junior dibujó una carita triste después de eso y Belén se rio entre dientes mientras continuaba leyendo.
«Hice un nuevo amigo este semestre, inc