En paralelo y luego de salir de la habitación, Anaís se cambió el uniforme por una polera holgada y larga, con calzas, hizo un tomate alto con su cabello y se tiró en el sillón, puso sus audífonos y se entregó a la música del celular. Continúo su libro favorito por media hora, se tranquilizó al no ver salir todavía al chico de la habitación de su hermano
- Espero hayan aclarado todo- pensó esperanzada.
Eran casi las cinco de la tarde y sintió que alguien tocó la puerta. Miró hacia la habitación de su hermano, seguía la puerta cerrada. Esperaba que nadie los interrumpiera. Salió descalza a abrir la puerta: El capitán
Este la miró nervioso al verla, no sabía que excusa dar, la más obvia fue la que vino a su mente- Hola otra vez… v