Capítulo treinta y seis: Túneles bajo tierra.
En algún punto, terminé sobre sus piernas, comiéndonos a beso. Olvidamos la comida y el hecho de que tuviera el periodo. Austin sabía que me incomodaba de por sí la menstruación y aún más si era en el ámbito sexual. Así que sus manos se limitaron a mi cintura, pechos y rostro. Mis senos aún estaban sensibles por sus mordidas, sus manos fueron conscientes y me tocó con suavidad. Su boca era todo lo contrario, me reclamaba con fiereza e invadía todo lo que podía.
Sabía que debía detenerme, pero el deseo y la embriagadora y cautivadora presencia de Austin, me nubló el juicio. Saber que estaba entre sus manos, me encantaba.
Sentí el bulto creciente contra mis muslos y esa fue la señal de advertencia. Puso su mano en mi hombro y me apartó con delicadeza. Me gustaría decir que yo fui la fuerte, pero estaría mintiendo. No le permití moverme con facilidad, pero terminé cediendo.
―Deberíamos detenernos aquí ―dijo a un centímetro de mis labios.
Su pecho subía y bajaba con prisa. Los labio