Capítulo 4.
No podía dejar de mirar el pequeño estuche que tenía entre las manos. Hacía tan solo un día que había recibido el pago final de la clienta. No podía estar más feliz, me alabó y sobre todo felicitó por la eficacia de la receta. Me había costado decirme pero al final lo había hecho. Era un regalo caro pero estaba segura de que le encantaría. Mi regalo sería la forma ideal de despedirnos y de desearle felicidad en su próximo matrimonio. Era un reloj de firma apenas si había unos cien en el mercado, estaba totalmente convencida de que se mostraría agradecido por mi gesto. Baje hasta el despacho de Calen y toque dos veces la puerta. —¿Qué quieres Every, no estoy para perder el tiempo, tengo mucho trabajo —dijo desde el interior del despacho. No voy a negar que me sorprendí, él podía notar mi aroma a distancia y yo aún no me acostumbraba. Él estaba en sentado frente a su escritorio revisando documentos. Cuando me vio entrar, levantó la mirada un segundo y volvió a sus papeles. —¿Qué quieres? preguntó sin levantar la vista de su trabajo. —Es para ti, es tu regalo de cumpleaños —dije. Mi voz sonaba más firme de lo que me sentía. —Quiero que seas feliz con ella y que me dejes libre, aceptaré tu rechazo—. Ahí sí me miró. Alzó una ceja, sorprendido, como si no entendiera lo que acababa de escuchar. —¿Estás hablando en serio Every? —Si, nunca he hablado más en serio—. Se quedó callado unos segundos, observándome como si buscara algún atisbo de duda en mi decisión. Como si esperara que me echara atrás. —Si esto es solo una rabieta, más te vale no arrepentirte después. Sabés que yo nunca quise una Omega como Luna. Te lo dejé claro desde el principio. —Sí, Calen. Me lo dejaste más que claro —le respondí, y sentí una punzada en el pecho. Pero está vez no iba a llorar, no ahí, no delante de él. —Así que quiero hacer el juramento. Quiero romper el vínculo que nos une. —Como quieras, —respondió con frialdad. No puedo negar que dolía porque si lo hacía, en el fondo de mi corazón esperaba que él se arrepintiera, me pidiera perdón y por qué no que sintiera lo mismo que yo. Pero como todo en mi vida eso no era más que otra ilusión. La vida no me había tratado bien ¡por qué iba a ser diferente ahora! Se puso de pie y comenzó a hablar: —Yo Calen Woolf descendiente del linaje de los reyes del Norte y Alfa de la manada Blood Moon te rechazo a ti....— Cada palabra que pronunciaba era una muerte para mí, el dolor se hacía insoportable hasta que este se instaló en mi vientre y me hizo doblarme y agarrar mi vientre por el dolor. —¡Para… por favor… pará! —le supliqué. Caí de rodillas, sosteniéndome el vientre. estaba mareada tenía ganas de vomitar, y el maldito dolor no cesaba. Calen me miró con una expresión de “lo sabía”, pero de pronto, algo cambió en él. Calen se acercó hasta mí, y por primera vez en mucho tiempo, noté preocupación en su rostro. Pero no era por mí… no exactamente. Lo vi fruncir el ceño y bajar la mirada, como si estuviera tratando de percibir algo. Y entonces, sus ojos se clavaron en mi abdomen. Su mirada se oscureció Y su semblante cambio. —No puede ser… —murmuró, —Every… ¿dejaste de tomar las pastillas anticonceptivas? Lo miré horrorizada. Ni siquiera entendía por qué me hacía esa pregunta. —¡No! ¡Te juro que no! Siempre las tomo después de estar contigo. Siempre —respondí confundida. Él apretó los dientes, furioso y me miró de un modo que nunca antes lo había hecho. Sentía que si me quedaba un momento más allí me arrancaría la cabeza de zarpazo. Me levanté del suelo y corrí hasta mi dormitorio, abrí el cajón de mi cómoda y saqué el frasco de las pastillas, cuando las mire bien me pude dar cuenta de que estas no eran pastillas anticonceptivas sino vitaminas. Me dejé caer en la cama, mareada, con el corazón latiendo a mil por hora. El dolor seguía ahí, pero cada vez era más leve. Tape mi rostro con mis manos y llena de pánico e inquietud por lo que estaba a punto de suceder…Capítulo 5.—¡Me vas explicar que significa todo esto!——No se como ha podido pasar Calen, estás no son las pastillas alguien las ha debido cambiar, pero mi cuarto solo lo piso yo y la sirvienta que viene a limpiar. —suspire aterrada aquella mirada acusatoria me estaba matando.Calen salió un momento de mi dormitorio y reunió a todo el servicio de limpieza. Aquellas mujeres señalaron a un chica muy joven como la responsable de la limpieza de mi dormitorio.La reconocí de inmediato era Erika, ella llevaba solo unos meses en la casa y siempre se encargaba de la limpieza de mi cuarto.La porbre temblaba. No debía tener más de quince años. Sus labios se movían sin emitir ningún sonido, pero después de un rato rompió en llanto. Yo estaba sentada observando en silencio.—¿Qué has hecho con las pastillas? —preguntó Calen con la mirada incendiada por la rabia.—¡Yo no lo sabía! —sollozó ella, cubriéndose la cara—. Se me cayó el frasco limpiando… y no sabía cuáles eran cuáles… Las recogí todas
Capítulo 6.No pensé que de verdad fuera a hacerlo. No hasta que me vi parada frente al límite del territorio, con una mochila vieja colgada al hombro, las piernas temblando y el corazón palpitando con tanta fuerza parecía querer salir del cuerpo en cualquier momento. Ya quedaba poco tiempo para amanecer y debía darme prisa para abandonar los límites de la manada.Por un momento me pregunté si estaba haciendo lo correcto o por el contrario estaba cometiendo una estupidez.Entonces escuché una vocecita temblorosa detrás de mí:—¿A dónde vas?— dijo Erika, consiguiendo darme un susto de muerte.Me giré tan rápido que casi se me cae la mochila. Estaba claro que se trataba de Erika, la chica de la limpieza. Era ella. La sirvienta. La misma chica que había confundido mis pastillas por vitaminas. Tenía el uniforme arrugado, ojeras marcadas y las manos llenas de tierra. Seguro venía de la cocina o del jardín tras otra noche sin dormir. Me quedé paralizada, sin saber si correr o mentir.Inten
Capítulo 7. Pov Calen: Esa mujer ya se ha ido por una semana. Una maldita semana entera… y todavía no ha vuelto. Incluso Alexander ha empezado a sospechar si realmente ha decidido no volver, pero yo sé que eso es imposible. Solo está haciendo un berrinche, tratando de llamar mi atención, usando la seguridad de mi heredero para amenazarme y así conseguir el puesto de Luna para satisfacer su vanidad. No entiendo cómo puede ser tan desagradecida. Muchas Omegas como ella mueren esclavizadas, y si no fuera por mí, ella no habría sobrevivido hasta ahora. ¿Y esas joyas y vestidos hermosos? Ni siquiera debería soñar con ellos. Cojo el estuche negro que está sobre la mesa del escritorio. Es el regalo que me dejó antes de irse. Lo abro. Es un reloj exclusivo, con mis iniciales grabadas en el reverso. Hmph. Cierro el estuche con fuerza y le dije a Alexander: "En dos días es mi cumpleaños. Cada año ella planea algo especial. Ya lo verás, antes de eso, ella volverá, seguro." Algo se remu
Capítulo 8.Había encontrado una casa que se adaptaba a mi presupuesto. Era vieja, sí, pero al menos tenía techo y paredes. Aunque, siendo sincera, las paredes se caían a trozos y la humedad se colaba hasta en mis huesos. Aun así, era lo único que podía permitirme por el momento.Entre el alquiler y la fianza que tuve que pagar, casi agoté los pocos ahorros con los que contaba.Vivo, o más bien sobrevivo a base de arroz, pan duro y té barato. Necesito ahorrar cada centavo que gano para cuando llegue el bebé.Desde que llegué a este pequeño pueblo perdido entre montañas, con más ovejas que personas, pude respirar con tranquilidad.Gracias a la diosa, encontré un puesto como aprendiz en una pequeña clínica humana. El sueldo es bajo, pero me permite sentirme útil. Y, con un poco de suerte, pronto conseguiré algo mejor.Por primera vez en mucho tiempo, creí que podía tener una vida normal… pero, como todo lo bueno en mi vida, duró poco.Regresaba a casa después de una entrevista de trabaj
Capítulo 9. Pov Calen: Me desperté al notar la luz colándose por las ventanas. El día de mi cumpleaños había llegado. Nunca me gustó celebrarlo; para mí, siempre fue un día más. Pero esta vez era distinto. Esta vez, quería darle una lección a Every. Me levanté sin prisa, como si fuera un día cualquiera. La sorpresa vendría por la noche... Cuando cayó el sol, todo estaba preparado. Bajé hasta el recibidor y ahí estaba Natasha, esperándome. No se podía negar que era atractiva, y el vestido ajustado que llevaba marcaba cada curva como si lo hubiera diseñado el mismísimo diablo. —Felicidades, amor. Hoy estás fantástico... —dijo con su voz empalagosa. No necesitó más. Se colgó de mi brazo como si fuera un trofeo y empezó a soltar estupideces. Todo lo que tenía de bonita, lo tenía de tonta. Poco a poco, el salón se fue llenando. Si ya era insufrible tener a Natasha pegada como una lapa, peor era aguantar las felicitaciones y los halagos fingidos de los Alfas de otras manadas. Sonrisa
Capítulo 10.Hay ruidos que se te quedan grabados en la cabeza para siempre.El chirrido de unas llaves intentando forzar una cerradura. El golpe sordo de un puñetazo contra la madera. El gruñido animal de un hombre que ya no razona. Todos esos sonidos se mezclaron esa noche y aún hoy me siguen persiguiendo.—¡Ábreme, Every! ¡Maldita sea, sé que estás ahí! ¡No te hagas la lista!Estaba gritando como un loco del otro lado de la puerta. Ya lo había hecho otras veces. Llevaba varios días acechándome intentando conseguir que me doblegara y le diera lo que él quería.Siempre le respondía con las mismas palabras: “Voy a llamar a la policía”. Y eso solía bastar para que se largara dando golpes y soltando amenazas por las escaleras.Pero esa noche fue distinta. Cuando grité que iba a llamar a la policía, se calló. Así, de golpe, de repente no podía escuchar nada, no se escuchaba ni un solo ruido al otro lado de la puerta.Tragué saliva y me acerqué hasta la mirilla, con el corazón latiendo a
Capítulo 11. Pov Calen: Cuando la vi hecha un ovillo en el suelo, lo primero que sentí fue molestia. No era rabia ni tan siquiera pena. Solo molestia, porque estaba donde no debía, porque me estaba complicando la vida al huir de mí y porque verla así removía algo dentro de mi que prefería mantener enterrado. Estaba temblando, sucia, con la ropa rasgada y la fiebre haciéndole brillar la piel como si estuviera a punto de prenderse fuego. El olor a miedo que desprendía era tan fuerte que tuve que hacer un esfuerzo por no fruncir la nariz. Aun así, la levanté. Porque era lo que tenía que hacer, porque alguien tenía que hacerlo. Y ese alguien, aunque me jodiera admitirlo, era yo. No dijo nada. Ni siquiera abrió los ojos. Solo se aferró un poco a mi camisa, como si su cuerpo reaccionara por instinto. No me gustó sentirla tan frágil, tan rota, tan apagada. —Vamos —murmuré, con desdén. La subí al coche y la recosté como si fuera una muñeca, una de esas que estan rotas. Alexander apareci
Capítulo 12. Cuando abrí los ojos, lo primero que pensé fue que estaba soñando. Me costaba distinguir la realidad del recuerdo: el ataque que había sufrido por parte de mi padrastro, la sangre goteando, Calen apareciendo para salvarme de aquel ser inmundo, los gritos, los golpes y aquella maldita sensación de terror emanando por cada poro de mi piel. Parpadeé varias veces, desorientada, hasta que reconocí el entorno. Estaba de vuelta en la manada, me encontraba en mi dormitorio. Y entonces lo vi. Sentado en una silla junto a mi cama, con una carpeta entre las manos, concentrado, como si estuviera revisando documentos importantes. Era él. Era Calen. En ese momento no me atreví a decir su nombre en voz alta, por miedo a que todo fuera un sueño. Sin embargo, debió notar el cambio en mi respiración, porque dejó los papeles de inmediato y se inclinó hacia mí. Me quedé inmóvil, sin saber si fingir que dormía o levantarme de golpe. Pero no tuve tiempo para tomar una decisión. Calen apoyó