Un mes después.
El calor de junio comenzaba a hacerse insoportable para mi. Las ventanas de la casa estaban abiertas, y aun así, sentía que el aire no circulaba, quizá por todo el sentimiento de asfixia que cargaba en mi cuerpo desde semanas atras.
En el fondo, sonaba una de las canciones de Harding. Una de esas que nunca llegó a vender, que solo existía en su libreta desordenada y en la forma en que su voz quebrada las hacía eternas, las notas flotaban en el ambiente de tensión mientras lo miraba.
Estaba empacando.
No yo. Él
Harding había decidido irse a Nashville hacia 10 días atras, después de una conversación dura con sus padres luego del accidente, de las visitas ocasionales y de las ofertas de trabajo que Kenny le mostraba, personas de la industria interesadas en que Harding interpretará su arte cerca de su ciudad natal, un escape para empezar una vida desde 0.
Decía que lo necesitaba, que quería reencontrarse con su música, con su familia, con una parte de sí mismo que h