Punto de Vista de Kaelen
Me senté abruptamente, mi pulso retumbaba en mis oídos.
—¿Qué diablos significa eso?
—Significa —afirmó Hugo como algo obvio—... que lo que sucedió anoche fue más allá de la simple lógica. Fue otra cosa. Algo que no habíamos sentido antes.
Un calor punzante se deslizó por mi columna vertebral ante sus palabras. Odiaba entenderlo.
—¿La marcamos?
¡Dios mío, eligió guardar silencio en este momento!
—Hugo.
—¿Cómo puedo marcar a alguien que no tiene un lobo? —murmuró finalmente, pero su tono burlón habitual había desaparecido.
Estaba inseguro. Y Hugo nunca estaba inseguro.
Él era mi lobo, mis instintos, mi otra mitad. Si él no tenía una respuesta, entonces yo estaba jodido.
—Entonces, ¿qué diablos hicimos?
—No lo sé —admitió—. Pero se sintió eufórico. Se sintió... correcto. Y, sin embargo, no había vínculo.
Tragué saliva con dificultad.
Sin vínculo. Sin atracción de compañero. Solo puro, incontrolable deseo.
Pero eso no era lo que más me perturbaba.
—Bebimos su san