Punto de Vista de Luis
Sonreí de oreja a oreja con timidez.
—Elara Vane —repetí, probando el nombre en mi lengua.
Le sentaba bien. Suave, delicado. Un nombre destinado a ser susurrado.
El nombre bailó en mi lengua como una oración que nunca había aprendido a decir.
Elara Vane.
Oh, por el diablo, ella era real. Justo delante de mí. Hablándome. Mirándome con esos grandes ojos conmovedores que pertenecían a alguien que no tenía idea de lo peligroso que era yo.
Y maldita sea, me sentía vivo.
Más de lo que me había sentido en años.
Había pasado mi vida en la oscuridad, alimentándome del miedo, el poder y el control. Pero parado aquí, en esta pocilga llena de inmundicia, hablándole como si fuera solo otro hombre terminando su turno, sentí algo ajeno vibrar bajo mi piel.
Ella me encantó.
Y yo, yo el depredador, el villano, el hombre que había venido aquí para deshacerse de un cuerpo, estaba completa, desesperadamente cautivado.
Me hizo sentir como el Luis de doce años otra vez.