Capítulo 41

Punto de Vista de Luis

​Los cerdos estaban inquietos, agitados por su presencia. Ella trató de calmarlos, susurrando algo que no pude escuchar.

​Su voz era tan suave, como una nana destinada a calmarlos. Pero no funcionó. Uno de ellos empujó su hocico contra su brazo, haciéndola sobresaltar.

​Apreté la mandíbula.

​Para alguien tan impresionante, de aspecto tan puro, no pertenecía a la inmundicia.

​Un sabor amargo me picó en la boca.

​Había venido aquí a alimentar a los cerdos.

​Ahora, estaba paralizado, observando a una chica que no debería existir en mi mundo, y mucho menos en este lugar.

​Tenía que saber por qué.

​Me quedé allí por un largo momento, mirando a la chica acurrucada en la inmundicia como si perteneciera allí.

​Como si no acabara de entrar aquí luciendo como algo que los dioses habían tallado a mano en un día particularmente bueno.

​Como si no fuera la criatura más suave y delicada que jamás había visto.

​Estaba temblando. Miserable.

​Y sin embargo, a pesar de todo eso,
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