Mundo ficciónIniciar sesiónCapítulo 20
Mi nueva casa era una sola pieza, pero era un universo completo. Estaba ubicada en el tercer piso de un edificio viejo y amable, en un barrio tranquilo que olía a cilantro y a café de las mañanas. La ventana, mi única conexión con el mundo exterior, daba a un pequeño parque donde los niños gritaban y las abuelas alimentaban palomas. Era humilde, apenas si cabían el colchón, una pequeña nevera y la mesita plegable que hacía de escritorio, pero la renta era justa y estaba lejos de la vergüenza silente de la casa de mis padres y del caos adorable del estudio de Sofía. Era mía, un territorio ganado con el sudor frío de la ansiedad y el pulso firme de mi intelecto.
La primera noche en mi propio espacio fue extraña. El silencio no era el de la indiferencia de mis padres, sino un silencio pleno de posibilidades. No tuve que susurrar







